Así como Taika Waititi nos hizo recordar en Thor: Amor y trueno el año pasado que las películas de Marvel debían ser divertidas, además de aventuras colosales con villanos de toda índole, el director Peyton Reed en Ant-Man and the Wasp: Quantumania toma el relevo y multiplica la apuesta, exprimiendo lo mejor como comediante de Paul Rudd como el protagonista, Scott Lang.
Ni la primera ni la segunda de Ant-Man eran lo que se podría decir grandes aventuras. Aquí el giro es casi total, porque sigue siendo, de las sagas interconectadas de Marvel, la más virada a la comedia, pero de las tres Ant-Man es la más divertida, la mejor realizada, la más concisa y una en la que verdaderamente podemos preocuparnos por la vida de los personajes.
Con este filme se inicia la Fase 5 del Universo Cinematográfico de Marvel, por lo que es la puntada inicial de lo que vendrá. Pero a no preocuparse porque la historia creada por el exguionista de Jimmy Kimmel Live, Jeff Loveness, que hace su debut en el cine, se preocupa mucho mas -y lo bien que hace- en que la trama tenga peso propio e independiente y sí, disemina por allí lo que vendrá a futuro.
Aquellos que vieron Loki, la serie spin-off en Disney+, ya conocen a Kang, el Conquistador (Jonathan Majors, de Lovecraft Country y a quien veremos en Creed III). Es un genocida cósmico, y además, megalómano. Puede viajar y destruir cualquier hilo del multiverso. Y es más que el villano de turno, un personaje siniestro, pero al que vamos a ver durante muchas más películas, una aseveración que no se sostiene únicamente con una de las dos escenas postcréditos que tiene el filme...
La mayor parte de la proyección de Ant-Man and the Wasp: Quantumania transcurre en el reino cuántico -un universo más que un mundo, porque contiene varios-, subatómico y mutante, que existe fuera de nuestro espacio-tiempo, y que es aquel en el que Janet (Michelle Pfeiffer) estuvo por 30 años y del que era rescatada por su familia en Ant-Man and the Wasp (2018). ¿Cómo llegan al reino cuántico?
La hija activista y prodigio de la ciencia de Scott, Cassie (Kathryn Newton), construyó ayudada por Hank Pym (Michael Douglas, esposo de Janet y padre de Hope -Evangeline Lily)- una suerte de metatelescopio en el sótano de la casa. Con él, pueden mapear el reino cuántico, pero alguien dentro de ese reino utiliza esa señal para succionar a los 5 personajes, que van a aparar ahí, al reino cuántico.
Que tiene algunas características, cómo decirlo, especiales.
Visualmente es como ver las portadas de los discos psicodélicos de rock. Hay bosques, polillas, soles con tentáculos, un personaje que parece un brócoli, esculturas de gelatina que se desplazan. Y están los rebeldes, empobrecidos, que quieren luchar contra Kang.
En eso, Quantamania se parece a cualquiera de las películas de Star Wars, en las que los buenos están en pugna con un dictador, sea Darth Vader o Kang.
Janet estaba allí hace años, cuando Kang llegó, exiliado, e hizo estallar el núcleo del dispositivo cuántico de Kang, para que éste no pudiera escapar. Ahora, si puede conseguir algunas Partículas Pym, las que permiten a Ant-Man y Wasp encogerse al tamaño de un insecto o crecer como gigantes, tendrá una salida.
Basta de trama
Lo que vale aquí es el humor, el balanceo entre aventuras y gags, y una historia que no decae nunca en su poco más de dos horas, contando créditos y las dos escenas postcrédito.
También está Bill Murray, como un ex rebelde que ahora trabaja para Kang, y que en su momento tuvo algo que ver con Janet, de manera íntima. Y está Darren (Corey Stoll), que en la primera Ant-Man (lo muestran para los que no lo recuerden) era el malvado corporativo. Bueno, está algo distinto, tiene la forma de M.O.D.O.K., una cabeza enorme y malévola envuelta en una armadura de hojalata con manitos y piernitas de nene.
Lo dicho. Hay acción, humor, buenos diálogos, grandes efectos y una sensación de ligereza que se agradece y mucho