Un nuevo día comienza para Christine todo el tiempo. No tiene recuerdos del marido que está en la cama y ni siquiera es capaz de retener los hechos ocurridos veinticuatro horas atrás. Luego de un accidente automovilístico en el que perdió la memoia, el presente se ve incierto y le depara varias sorpresas.
Con ese esquema, el director Rowan Joffe (hijo de Roland, el que filmó La misión) transita por un thriller psicológico basado en la novela de Steve J. Watsonm en el que todos los elementos que entran en juego se perciben como engañosos.
Casi todo el film descansa en Nicole Kidman y Colin Firth, dos intérpretes de sólido oficio, y se apoya en una tercera pata: el neruólogo encarnado por Mark Strong (Sherlock Hoklmes) que atiende a Christine. Una historia oscura, perturbadora y confusa que no siempre da en el blanco a pesar de jugar con la intriga a lo largo de una hora y media.
Al salir de Antes de despertar, el espectador se empezará a hacerse preguntas sobre la trama y por qué las cosas suceden de la manera en que lo hacen. Y ahí es cuando se descubre que la historia pierde sentido, y, como consecuencia, el andamiaje se derrumba como la misma realidad que percibe Christine antes de irse a dormir (según la traducción del título original).
La película atrapa al personaje central en una realidad confusa, le devuelve el reflejo de una juventud perdida y una cámara de video que registra los sucesos diarios. Mientras tanto, un secreto guardado en el armario aprovecha la amnesia de la protagonista. La violencia está por asomar.