Recuerdos perdidos
En un primerísimo primer plano uno ojo se abre. Sus rojas venas pulsantes muestran un desconcierto espeluznante. Christine tiene amnesia. Desde un episodio brutal en su pasado, cada vez que se va a dormir elimina las memorias acumuladas durante el día, y cada vez que se despierta no reconoce al hombre que yace a su lado, ni su propia cara en el espejo.
Podría decirse que Antes de despertar (Before I Go to Sleep, según su título en inglés) es una versión hecha thriller de la tragicómica Como si fuera la primera vez, aunque, obviamente, el drama y la paranoia del filme basado en la novela homónima Steve J. Watson poco hace referencia al romance entre Drew Barrymore y Adam Sandler en el crowd-pleaser del 2004. Todo lo contrario.
Como el Guy Pearce de la inigualable Memento, el personaje de Kidman sufre de amnesia psicógena o amnesia disociativa, lo que la lleva a olvidar todo lo recolectado en su memoria el día anterior. Su marido, interpretado por Colin Firth, y su médico, el genial Mark Strong, parecen esconder secretos oscuros, pero ¿en quién confiar?
Los tres protagonistas ofrecen actuaciones brillantes, eso no puede negarse, pero, sin embargo, no puede obviarse la monotonía del filme dirigido por Rowan Joffe (Brighton Rock). No puede decirse que la película aburre en sí, sino que sus cuadros, su musicalización y su tono narrativo lleva al espectador a entretenerse durante un rato, pero el vacío de su trama lo hará olvidarla casi de inmediato, tal como a su protagonista.
Antes de despertar reúne actuaciones de primera línea, pero se vuelve monótona y repetitiva a los 15 minutos desde su comienzo. Es una historia atrapante que pierde su encanto y substancia debido a una mala cinematografía. Una película para olvidar.