Star Wars: la nueva generación de la Fuerza y la reinvención de la nostalgia “El Despertar de la Fuerza” no es sólo el estreno más esperado de los últimos tiempos, sino que también cumple todas las expectativas y las supera. Star Wars es un legado; es una pasión que se traspasa de generación en generación. Los que tuvimos la suerte de que nuestros padres nos hayan inculcado el amor a la gran saga de George Lucas, hace tiempo que veníamos aguardando ansiosamente su retorno, pero la espera ya llegó a su fin: la fuerza despertó de un sueño larguísimo, más poderosa que nunca. “Star Wars: El Despertar de la Fuerza”, el episodio VII de la franquicia, es la primera película de la saga dirigida por JJ Abrams (Super 8, Star Trek) y arma de una manera especular un vínculo nostálgico entre los personajes y la leyenda de la que se enamoraron los fans, y una nueva generación de mitos. Pasaron más de treinta años desde la caída del Imperio y Luke Skywalker (Mark Hamill) está desaparecido. Su hermana Leia (Carrie Fisher) sigue luchando en la Resistencia y lo busca desesperadamente con la ayuda de su mejor piloto, Poe Dameron (Oscar Isaac), quien parte con el droide BB-8 para encontrar un mapa para dar con el paradero del Jedi antes de que lo haga Kylo Ren (Adam Driver), un misterioso guerrero obsesionado con el Lado Oscuro de la Fuerza. Dameron, Finn -un Stormtrooper arrepentido interpretado por John Boyega- y Rey (Daisy Ridley) se ven envueltos en una carrera contra el tiempo para hallar a Luke y derrotar a Kylo Ren antes de que sea demasiado tarde. En sus caminos no sólo encontrarán fantasmas de viejas leyendas sino también a sí mismos. Han Solo y Leia Skywalker (y nuestros queridos C3PO, R2-D2, y Chewbacca) hacen el regreso triunfal que todos estábamos deseando, con la misma fortaleza, carisma y picardía de siempre. Pero la esencia de “El Despertar” son las nuevas caras que conforman un elenco de primera. Adam Driver (Girls) es tan inquietante como enigmático, Boyega e Isaac desbordan de carisma, y Daisy Ridley es la verdadera estrella del film, y se convierte en la heroína mujer que tanto veníamos esperando. Desde que leemos en la pantalla la tan icónica frase “Hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana…” hasta la última e inolvidable secuencia, Abrams logra una solidez narrativa fuerte y consistente, desarrollando cada personaje hasta que cada uno logra una faceta tridimensional de la que carecen muchas de las películas del género. Esto, sumado a las acertadas interpretaciones de sus protagonistas, lleva a que “El Despertar de la Fuerza” no sólo comience a formar parte de una leyenda, sino que se ubique entre las mejores realizaciones de la saga creada por Lucas.
Una fallada reinterpretación del film de Campanella Lo único que logra la remake hollywoodense de 'El Secreto de sus ojos', a pesar de su elenco A-list, es confirmar la excepcionalidad de la original. “El Secreto de sus ojos” ocupa un lugar muy especial en el corazón de los argentinos. No sólo por ganarle a Campanella y al país un merecidísimo Oscar, sino por cautivar a la taquilla con una historia de amor tan entrelazada con un misterio que logró cautivar a millones con su nostalgia y originalidad. Y cuando llegó la noticia de que iba a tener una remake en Hollywood, a muchos les encantó la idea de que un contenido puramente nacional pudiera ser adaptado y visto por el mundo entero, pero la realidad es que la mayoría se mostró cautelosa: ¿Podría una historia tan única, tan “argentina”, llegar a modificarse lo suficiente para que toque a varias culturas? Lo cierto es que el resultado no fue tan terrible, pero no por eso menos decepcionante. En “Secreto de una obsesión”, nuestro Buenos Aires de los ’70 se convirtió en Los Ángeles post atentado del 2001. La paranoia del terrorismo es tan fuerte que a un equipo de agentes del FBI se los traspasa temporalmente a un grupo especialmente designado para prevenir ataques y vigilar posibles terroristas. El mundo de Ray, interpretado por el protagonista de “12 años de esclavitud” Chiwetel Ejiofor, da un vuelco cuando encuentran el cuerpo de la hija de su compañera Jess (Julia Roberts) en un basurero detrás de una mezquita. Desde ese momento, Ray trata de resolver el caso a pesar de interferencias de su propio equipo, al que le parece más prioritario atrapar musulmanes insurgentes que resolver el crimen de una chica violada cuya madre es una de sus propias agentes. Nicole Kidman es Claire, la fiscal que le quita el sueño a nuestro protagonista y cuyo amor no correspondido es una versión pálida y fría de la tan cautivadora de Darín y Villamil. Claire y Jess tratan de trabajar juntos, pero la ambición de Claire termina siendo más importante para ella que encontrar la verdad. Flashbacks entre el 2002 y el presente, béisbol como equivalente cultural para el fútbol y cientos de pequeños y grandes detalles más hacen que “Secreto de una obsesión” sea una versión insípida y sin mucho que aportar de “El secreto de sus ojos”, y parece más un capítulo de una serie policial que una película basada en una ganadora del Oscar.
La Era de Ultron y el apocalipsis de la raza humana La Era de Ultron y el apocalipsis de la raza humana El universo Marvel se expande aún más con Los vengadores 2: Era de Ultron, la segunda película que une a Iron Man y compañía en una serie de aventuras que van desde recuperar una piedra de la que mucho no se explica, hasta prevenir la aniquilación total de la raza humana, en locaciones que van desde Europa del Este hasta Asia en un abrir y cerrar de ojos. La trama de esta segunda parte parece simple: Los Vengadores siguen unidos, de misión en misión, luchando por la paz mundial; tratando de hacer que el mundo sea un lugar mejor, para así poder retirarse y sentar cabeza. Pero cuando Tony Stark decide probar suerte en el campo de la inteligencia artificial, algo sale mal, y crea a Ultron, un villano que cree que la única forma de garantizar la paz en, básicamente, el apocalipsis de la humanidad. Si hay algo que destacar de Era de Ultron es su constante humor: el espectador no puede evitar sonreír con cada comentario sarcástico de Tony Stark, o cada vez que alguien le toma el pelo a Captain America. El filme no aburre en ningún momento, a pesar de que por partes las casi dos horas y media se hacen notar. Sin embargo, el villano principal, que podría ser una amenaza real, parece tenue, más que nada una piedrita en los zapatos de Los Vengadores, y nunca existe la posibilidad de que algo vaya a salir mal. Black Widow, Captain America, Iron Man, The Hulk, Hawkeye, Thor... quizás los protagonistas sean demasiados para lograr una narrativa equilibrada y darles a los personajes su merecido tiempo en pantalla. Por eso, a pesar de la emoción del espectador al ver a todos estos grandes y famosos superhéroes juntos, se deja entrever lo forzado de una franquicia millonaria que trata de seguir manteniendo una fan base constante a toda costa. Los fanáticos empedernidos del universo Marvel sin duda encontrarán en Era de Ultron sus expectativas cumplidas, pero tendrán que reconocer que, a pesar del característico humor de Whedon, los impactantes efectos visuales, y una historia entretenida, la narrativa se queda corta, y el nuevo enemigo es más una caricatura que una verdadera amenaza para nuestros ya conocidos héroes.
¿Dónde está Tim Burton? A finales de 1950 en San Francisco, el artista Walter Kane había alcanzado una inusitada fama por pintar unos cuadros de niños con ojos grandes, que –y quién sabe por qué- se convirtieron en un éxito rotundo. Estas enigmáticas pinturas a las que alguien osó llamar arte, sin embargo, habían sido realizadas por su esposa, Margaret Kane. Big Eyes, el nuevo filme del genial Tim Burton, cuenta la verdadera y tumultuosa historia de una pareja que engañó a toda una generación, y explora la relación entre un hombre ambicioso (Christoph Waltz) y su mujer (Amy Adams), desacreditada por su trabajo y torturada por las mentiras. Sí, con sólo la sinopsis no parece una película de Burton, y al verla también es difícil darse cuenta. Ésta es una historia distinta a las contadas por el cineasta previamente, un territorio inexplorado que por momentos atrapa, pero que no deja de ser una película más en el montón de los errores de los grandes directores. Big Eyes pretende ser feminista, pero termina siendo un novelón insoportable. A pesar de esto, quizás sea el filme más realista de Burton, y visualmente es siempre cautivante, algo inevitable en la filmografía del auteur de Edward Scissorhands y Ed Wood. También provee una mirada fascinante a los '50 en Estados Unidos, y la realidad sociopolítica de la mujer y del mundo del arte, y detrás de su incesante melodrama y visuales kitsch se esconden toques de comedia y humor desopilante.
De cowboys y amores insulsos El Viaje más Largo es la décima adaptación para la pantalla grande de una obra de Nicholas Sparks, y demuestra una vez más cómo el autor bestseller romántico se mantiene constante en su afán perenne de escribir historias predecibles con amores y amantes más monótonos que apasionados. A quien le toca esta vez darle vida a la narrativa de Sparks es al director George Tillman, Jr. (Men of Honor), quien traspasa a la pantalla grande la historia de dos jóvenes que se enamoran a pesar de pertenecer a mundos completamente distintos: Luke (Scott Eastwood) es un jinete de toros que sufrió un accidente y no entiende los peligros que le depara el deporte que ama, y Sophia (Britt Robertson) es una hija de inmigrantes polacos apasionada del arte. A punto de partir para Nueva York para una pasantía soñada, Sophia comienza a vacilar sobre su futuro cuando conoce a Luke –todo un cowboy americano, de la manera más ridícula posible- y se enamora perdidamente, a pesar de todas las diferencias que los separan y sus divergentes objetivos de sus vidas. Y mientras tratan de resolver sus sentimientos y definir su futuro, los dos conocen a Ira (Alan Alda), un anciano que les contará la historia del amor de su vida, y que les cambiará a los jóvenes la vida para siempre. De esta manera, dos historias se entrecruzan para tratar de mostrar el significado del amor, los sacrificios y los caminos olvidados que no tomamos para luchar por alguien más importante que uno mismo. Sin embargo, El Viaje más Largo intenta darle algo de profundidad a una trama insulsa y desabrida, con dos actores que no logran tener química por más esfuerzos que hagan, y un guion tan predecible y sensiblero que da vergüenza ajena.
"Mommy", y el límite de la desesperación Xavier Dolan tiene 25 años, y ya tiene cinco largometrajes bajo el brazo. L'enfant terrible canadiense, hipster hasta la médula –aunque como buen hipster, lo negará hasta su muerte-Dolan es un caso excepcional de cineasta brillante, que logra atrapar a una juventud sedienta de historias profundas y personajes con varias capas, y hasta al más elitista crítico de cine. Los deseos de sus sujetos siempre en primer plano, con la sexualidad y la ira a flor de piel, Dolan logra nuevamente un filme impresionante con Mommy, su quinto largo que se llevó el premio del jurado en el Festival de Cannes y que llega a Argentina haciéndose esperar. Una madre soltera enviudada (Anne Dorval) decide criar sola y sin ayuda a su violento hijo adolescente con ADD (Antoine-Olivier Pilon), y, luego de llantos, gritos y desconsuelo, encuentra la paz gracias al auxilio de su vecina de enfrente (Suzanne Clément). Y éste es un trío para la historia. Trabajan perfectamente en una especie de armonía disonante, llena de tensiones, pero en perfecto unísono. Mommy es una opereta, y quizás una de las más acertadas en la ya vasta experiencia cinematográfica de este virtuoso joven director –a quien no se lo puede acusar de haber realizado nunca hasta el momento algo menos que "brillante". Dolan entiende las relaciones humanas, y entiende los potentes vínculos entre las personas que llevan a acciones que uno en principio quizás vería como inesperadas o confusas. Pero por sobre todo, Mommy es, obviamente, una película sobre los obsesivos lazos entre madre e hijo, y la relación codependiente entre dos personas con perturbaciones diferentes pero que terminan por definirlos. Mommy es una película imperdible, que explora lo más hondo de la substancia del ser humano, y las complicaciones de las disfuncionalidades, y cómo las relaciones en apariencia irreparables pueden esconder más de lo que parece. ¿Final feliz? Los que conocen las películas de Dolan podrán adivinar la respuesta, y los que todavía no entraron en su atormentado universo, pronto lo averiguarán.
“Insurgente”: Girl power en un universo distópico ¿Qué podemos decir de Shailene Woodley? Una estrella en ascenso sin freno, nos hizo llorar en The Fault in our Stars, nos conmovió en The Spectacular Now y en The Descendants, y probó que puede tranquilamente ser una heroína de acción en la primera parte de la saga de Divergente. Y en la continuación de la franquicia, Insurgente, prueba una vez más que puede mantener una escena ella sola, sin la ayuda de algunos de sus compañeros más establecidos, como Kate Winslet. Insurgente, una película dirigida por Robert Schwentke y protagonizada por Woodley, Theo James, Kate Winslet, Naomi Watts, Miles Teller y Ansel Elgort, es la segunda parte de la saga de Divergente, el universo distópico creado por la autora Veronica Roth en el que la sociedad está dividida en cinco facciones: Erudición, Osadía, Abnegación, Verdad y Cordialidad. Tris (Woodley) es una divergente, que quiere decir que no se adecúa a ninguna de las facciones, y es considerada un peligro para el sistema. Luego de que sus padres murieran violentamente, la culpa la asecha a cada paso, pero deberá recomponerse para destruir a Jeanine (Winslet), que quiere imponer la ley marcial y aniquilar al que se imponga en su camino. Junto a Four (Theo James), atraviesa la ciudad tratando de encontrar aliados y de descubrir el secreto que sus padres protegieron con su vida; el mismo secreto que explica por qué Jeanine no se detendrá ante nada para capturarla. Insurgente es una decente continuación a Divergente, que, a pesar de su ambiciosa producción, terminaba inevitablemente en el drama adolescente. Sin embargo, no logra despegar del todo, y no es más que una transición utilizada para presentar la siguiente película. Su mirada en el futuro no hace más que desequilibrar el presente, y toda la película parece una introducción demasiado extensa al filme que se viene. Eso sí, si algo hay que destacar es la naturaleza feminista de la saga, que las adaptaciones cinematográficas mantuvieron fuerte, fieles al material original de Roth. Shailene Woodley, Winslet, Spencer y Watts dominan la pantalla y prueban una vez más que las mujeres pueden dominar la pantalla de una manera tan atrapante como los hombres. Con efectos visuales que hacen que la realidad virtual que plaga tanto los sueños como las simulaciones a la que es sometida Tris incentiven la imaginación y desdibujen los límites de lo que es el mundo real y el imaginario, a Insurgente le falta consistencia narrativa, aunque logra darles a sus personajes la substancia y propósito que les faltaba en Divergente.
“Siempre Alice”: una lucha contra la marea Julianne Moore es una de las mejores actrices de nuestra generación, y de eso no hay duda. Participó de películas tanto icónicas como representativas de una época, como Boogie Nights, The Big Lebowski, Los niños del hombre, Magnolia y Las Horas, y ahora vuelve a la pantalla grande con Siempre Alice, un filme que explora el dilema familiar de una mujer extremadamente inteligente que comienza a perder su memoria. Protagonizado por Moore, Alec Baldwin y Kristen Stewart, el filme de Richard Glatzer y Wash Westmoreland cuenta la historia de Alice, que, a los cincuenta años, lo tiene todo: una cátedra de Lingüística en la Universidad de Columbia, un marido fiel y tres hijos adorables. Entre el trabajo y su familia, su vida es un torbellino, pero es lo que la hace feliz. Pero su vida da un vuelco cuando comienza a sufrir ciertos percances, como cuando un día sale a correr y, debido a una laguna mental espontánea, no sabe cómo volver a su casa. Pero no le dice nada a su familia. Decide averiguar qué es lo que le está pasando, y cómo afrontarlo sin preocupar a nadie, esperando que no se confirmen sus sospechas. Alice consulta a un neurólogo, que, luego de someterla a una serie de tests, determina lo peor, y la diagnostica con Alzheimer de inicio precoz. De esta manera, Alice tiene que afrontar las consecuencias que la enfermedad tiene en su matrimonio, su familia y su carrera. Y así como el Alzheimer afecta su vida para siempre, la carrera de Julianne Moore se definió completamente gracias a su brillante interpretación, que le valió un Oscar como Mejor Actriz en la última edición de los Premios de la Academia. Conmovedora, desgarradora y apasionante, Siempre Alice es un imperdible viaje que muestra cómo una mujer lucha contra lo inevitable para vivir su vida lo más plenamente posible a pesar de lo que le depara su destino, y de los grandes cambios que debe aceptar para poder disfrutar del tiempo que le queda con su familia, apegándose a las memorias que, poco a poco, van desmoronándose.
De amor y de engaños Will Smith vuelve a la pantalla grande luego del fracaso total de After Earth con Focus: maestros de la estafa, y, aunque este filme es de lo mejorcito que la estrella realiza en años, ni el mundo lujoso en el que se mueven sus personajes -con alta costura, autos incomprables y restaurantes chic- puede salvar a esta película sobre estafadores de caer en la mediocridad de un filme que pretende ser más inteligente de lo que realmente es. Pero partamos de un punto: Focus es una película entretenida, por lo menos al principio. Nicky Spurgeon es un talentoso estafador que decide tomar de aprendiz a Jess, una rubia con muchas ganas de aprender interpretada por Margot Robbie. Los dos terminan enamorándose, como cabe esperar de un flick hollywoodense, pero las cosas no funcionan y se separan. Años después se reencuentran en Buenos Aires, y todo se complica. Con una fotografía que resalta la vida y los colores de las calles porteñas y con tomas que por momentos recuerdan a Paul Thomas Anderson en sus primeros años, Focus podría haber llegado a ser más interesante de lo que terminó siendo su producto final, si el guion estuviera mejor pensado. La química entre Smith y Robbie es innegable y va más allá del obvio exterior de una pareja atractiva físicamente. Hay algo más. El resto del elenco no podría ser mejor: Adrián Martínez, Rodrigo Santoro y Gerald McRaney brillan con mérito propio, y le dan a Focus una chispa de comedia muy necesaria, aunque sus esfuerzos no llegan a ser lo suficiente para salvar a una película que arranca interesante y cae poco a poco en la monotonía.
Alma Salvaje: el camino hacia la redención "Si tu valor te falla, sobrepasa tu valor”, Emily Dickinson... y Cheryl Strayed. Cheryl es una chica de 26 años que tomó la decisión de emprender un viaje de 1800 kilómetros a pie por el desierto de Mojave, bordeando toda la costa oeste de Estados Unidos para llegar a Canadá. Parece una buena decisión al principio: realizar un especie de éxodo espiritual para encontrarse a sí misma y motivarse a vivir su vida de una manera que valga la pena. Pero pronto ve cómo una gran idea se puede convertir en una tortura. Con los pies sangrantes, la espalda adolorida por cargar una mochila más grande que su cuerpo, con sed, hambre y un agotamiento que la lleva varias veces al borde entre la vida y la muerte, Cheryl continúa su camino, inquebrantable, recordando su pasado, el dolor que sintió al perder a su madre y su inexorable e irremediable caída en el mundo de las drogas y el sexo vacío con extraños. Conoce a todo tipo de personas por el camino; viajeros que buscan lo mismo que ella, gente amable y gente deplorable. Reese Witherspoon interpreta a Cheryl Strayed en Alma Salvaje, la adaptación cinematográfica de la autobiografía best seller que conquistó a Estados Unidos y al mundo. No sorprende que haya sido nominada al Oscar como Mejor Actriz, en un papel que nos recuerda por qué es una de las estrellas más grandes de Hollywood. Y parte es en gracias a Jean-Marc Vallée (Dallas Buyers Club), quien creó una conmovedora road movie que nunca alcanza el cliché y el cansancio de lo derivativo y logra una epopeya única de una mujer acostumbrada al dolor que abandona la autodestrucción en un viaje hacia la redención espiritual a través del martirio corporal. Alma Salvaje es por sobre todo un filme feminista, que pone a la mujer otra vez en la cumbre de los personajes fuertes, y prueba que hay historias que valen la pena ser contadas. Nick Hornby tomó las palabras de Strayed y las transformó en un guión que Vallé convirtió en una poesía. Ésta es sin dudas la película más pasada por alto en la temporada de premios, pero es una de las mejores, que merece ser vista y reconocida antes de que sea demasiado tarde.