Me quieren volver loca
Christine sufre de amnesia: cada mañana se olvida de todo. Algo que tiene provechos y desventajas, claro.
Los géneros en el cine tienen sus bemoles, pero a diferencia de los clásicos drama y comedia, el thriller ofrece posibilidades de reinventarse. O al menos variar el formato.
Algo de ello quiso hacer Rowan Joffe (hijo de Roland, quien vino a rodar a Iguazú parte de La misión, con De Niro) al adaptar él mismo el best seller de S. J. Watson sobre una mujer que, repite como un loro, tengo 40 años, soy amnésica y esta noche, mientras duerma, mi cerebro borrará todo.
¿Quién es Christine (Nicole Kidman) y por qué le pasa lo que le pasa? Cada mañana para ella no es como el Día de la marmota para Bill Murray, pero casi, de no ser porque Ben (Colin Firth), su marido, le armó una suerte de cuadro sinóptico con imágenes de su vida en común. Christine se despierta medio marmota.
Pero las dudas la carcomen. ¿Quién es ese doctor que la llama por teléfono tooooodas las mañanas (Mark Strong) y le pide que agarre la cámara que tiene oculta en el ropero? Christine empieza a sentir que su marido le oculta algo. ¿Por qué el Dr. Nasch le asegura que sufrió un ataque sexual, y a partir de entonces padece este cuadro atípico, y Ben le afirma que tuvo un accidente? ¿Alguno miente? ¿La engañan los dos? ¿Por qué apenas se despierta, Nicole está tan pero tan linda y sin una lagañita?
Salvo la última pregunta, todas tendrán su respuesta, pero a su debido tiempo.
Si uno quiere hilar muy fino, Antes de despertar plantea qué cree uno a su pareja, qué le quiere creer, en qué confía y en qué se embauca a si mísmo. Las vueltas que va teniendo el relato -cada escena que se sucede está construída para que Christine vaya descubriendo, junto al espectador, nuevos aspectos “ocultos” de su existencia- aseguran y requieren una atención constante.
Si hay o no una confabulación, o si la quieren volver loca es el interrogante insistente. Y el filme es bastante sutil hasta cierto momento, para no hablar del final.
Hasta ese momento Kidman, Strong y en menor medida Firth van jugando con sus rictus como para desconcertar al público. Rodada en Inglaterra, los vacíos que se irán llenando y las hipótesis que el público se inventa, todo parte de un guión que arranca con potencia. Y al final, hay que creer o reventar. Usted elija.