CIRUJANO CON TEMBLORES
Empieza como un film de suspenso (un interrogatorio en sede policial por una extraña muerte) pero termina siendo se un melodrama crepuscular que deja ver las grietas de un matrimonio que es pura apariencia: él es un cirujano prestigioso consagrado a su profesión; ella cuida su jardín y su nieto. Tienen una hermosa casa, toman buen vino, van a la ópera.
Gente acomodada y cultivada. Pero un día aparece el otro (la otra, en este caso) y desde allí verán reflejada una vida amorosa que parece haberse agotado. La otra es una muchacha que empieza a acosarlo con flores, la extraña que se entromete en su mundo repetido y que le mostrará sin querer la cara melancólica de una vida matrimonial taciturna y repetida.
El film es frío, distante, desganado. Se habla mucho, se dice poco, no crece ni profundiza nada. Todo es forzado, hasta la actitud de ese colega, que está enamorado de la esposa del cirujano, que se lo dice y que, bueno, todo sigue igual. Un film inconsistente y elegante donde se luce, como siempre, Kristin Scott Thomas, una mujer que no merece sufrir por desamor. Auteuil, un médico que sólo ama su profesión, empieza a titubear en el quirófano y acaba temblando en el matrimonio.
“Antes del frío invierno” es la lánguida y desganada incisión de cirujano que solo sabe ver las heridas que le muestran sus pacientes. Las que hay en casa, no las ve.