El otoño de una vida
Paul (Daniel Auteuil), en los sesenta, lleva una vida tranquila entre su trabajo de neurocirujano exitoso y su linda mujer Lucie (Kristin Scott Thomas). Esta, ama de casa, dedica su tiempo a esculpir su jardín casi como una paisajista profesional. Cada tanto, Paul juega al tenis con Gérard (Richard Berry), el amigo psiquiatra de toda la vida, mientras Lucie se ocupa de su nieto en compañía de su nuera. Esa rutina apacible se ve interrumpida cuando Paul empieza a recibir rosas en su servicio en el hospital, en su consultorio y hasta en su domicilio, sin poder identificar quién se las está mandando. Al mismo tiempo, empieza a toparse cada vez más seguido con una misteriosa joven árabe, Lou (Leïla Bekhti).
En esa mezcla entre drama íntimo y thriller (desatado desde la primera escena que deja entrever el final de la película), el director francés Philippe Claudel pretende abordar ese momento en el cual una persona, que ha sido exitosa en todo, se para y se pone a reflexionar sobre su vida. En el caso de Paul, el disparador será su encuentro con Lou. En ella, vislumbra de nuevo lo que fue y lo que ha perdido, ese momento en el cual todo estaba todavía latente, del orden de lo posible, antes de la vida en pareja, antes del éxito profesional.
Sin embargo, para retratar esa crisis existencial que atraviesa Paul, el director mezcla demasiadas historias sin que se perciba claramente la pertinencia que pueda tener una para las otras. Entre el triángulo amistoso y amoroso que componen Paul, Lucie y Gérard, la relación conflictiva entre Paul y su hijo, los problemas de este con su mujer, la relación problemática entre Lucie y su hermana, el relato se diluye y pierde fuerza. Esa pérdida de intensidad hace que la hibridación entre el drama íntimo y el thriller no fluya completamente.
Si la revelación final no se esperaba, se puede apreciar de dos maneras, como suele ocurrir. Por un lado, como se busca preservar el misterio sobre Lou y su relación con Paul a todo costo, el espectador no entiende casi nada de lo que está pasando durante toda la hora y media anterior, dando cierto eco a lo que dice Paul en un momento a su mujer: “no me entiendes”. Por otro lado, esa revelación da un nuevo enfoque sobre todo lo que sucedió antes entre Paul y Lou, y ese juego de las reinterpretaciones resulta ser bastante entretenido, sin ser desprovisto completamente de interés en sus implicaciones (hace pensar hasta cierto punto y en modo menor al Caché de Michael Haneke).
A pesar de eso, Antes del invierno queda en la encrucijada, el drama íntimo siguiendo en definitiva un curso demasiado tranquilo para volverse un thriller atrapante.