Obligado a tomarse unas vacaciones, al detectarle sus compañeros de trabajo la pérdida de la “mano” para operar, el cirujano Paul (Daniel Auteuil), ve como el agobio de la rutina de su casa lo hunde en una profunda depresión en “Antes del frío invierno” (Francia, 2013).
Sin saber qué hacer con su tiempo, en contraste con su mujer Lucie (Kristin Scott Thomas), que ocupa su tiempo entre el jardín y la cocina, Paul (Auteuil) avanza en una historia paralela con una joven camarera llamada Lou (Leïla Bekhti), de la que se siente atraído inmediatamente.
Pero esa moza de un pequeño y concurrido bar, no solo le despertará algo dormido en él, quien hasta hace poco tiempo solo se ocupaba de su trabajo, sino que además originara un sinfín de contratiempos con los que intentará lidiar hasta, claro está, esa historia clandestina toque a su puerta.
Philippe Claudel dirige y escribe esta clásica historia de stalkeo y adulterio, encarnándola en cuerpos actuales y avejentados que se deslumbran por la frescura de lo prohibido ante la inminencia del ocaso o, en este caso, la llegada del invierno.
Paul asume la protección de Lou, quien en la clandestinidad aporta su cuota de erotismo a una trama que a través de extensos planos secuencias y el detalle de la naturaleza (por oposición al encierro de Lucie), y principalmente en silencio, van conformando el universo sobre el cual la historia avanza.
Lucie a su vez verá como el mejor amigo de Paul, Gérard (Richard Berry) aprovechará la situación de indefinición y desconcierto de su marido para intentar avanzar sobre ella y así cumplir con el sueño de ser su hombre aunque sea por un instante.
La tranquilidad versus el torbellino es otro de los contrastes que destaca Claudel, hábil constructor de relatos, quien además emparenta su filme a otro que hace unos años también protagonizó Auteuil "Cache", de Michael Haneke, y que en lo que no se muestra y las claras suposiciones que el espectador va infiriendo es en donde la afinidad con la historia se impone.
Película de tempo lento y planos sofisticados, con un claro espíritu desorientador, el debacle de la institución matrimonial francesa y el avance de la migración en la sociedad, son solo dos de los tópicos con los que Claudel quiere trabajar.
Hábil narrador, apoyado en las sobrias actuaciones del trío protagonista (Auteuil, Scott Thomas, Bekhti), no sólo entrelaza suposiciones sino que afirma algunas cuestiones relacionadas, principalmente, a la confianza en las parejas y a la manipulación de las personas en favor de una versión de la historia.
Pero claro está que en esa elección temática se esconde una necesidad más profunda, la de poder hablar sobre algo superior como lo es el irrefrenable deseo de sentirse amado, en los peores momentos, aún por un desconocido al menos. Intensa y envolvente.