Anthropoid: la Resistencia checa, narrada a reglamento
Entre las muchas situaciones y diálogos extraordinarios de Pequeños guerreros (Small Soldiers), de Joe Dante, 1998, estaba la frase "creo que la Segunda Guerra Mundial es mi guerra favorita". Una cita que, más allá de su negra comicidad, definía esa contienda como la más cinematográfica, la proveedora de los relatos más apasionantes, además de los villanos más malvados, los nazis ("Nazis, I hate those guys", memorable frase de Indiana Jones).
Nada de extraordinario ni de memorable hay, por el contrario, en Anthropoid, en la que se cuenta la operación del título, el asesinato de Reinhard Heydrich, uno de los máximos jerarcas nazis y arquitecto de la "solución final de la cuestión judía" a manos de la resistencia checoslovaca.
La película cuenta los planes, las discusiones sobre las órdenes del gobierno en el exilio, la desconfianza, las traiciones o intentos de, los amores, la maldad de los ocupantes alemanes, y se ve la belleza de Praga. Se habla en inglés con acento de Europa del Este y algunos diálogos son en alemán. Y no se habla en checo, a pesar de que la película es algo así como un homenaje a esos resistentes. Hay solemnidad, hay una notoria molicie narrativa, hay algún flashback innecesario y tiros filmados con flagrante impericia, y dos horas de duración que abruman sin dar casi nada a cambio más que la información de un hecho histórico. Un film vacío de deseo, en el que nadie parece haber puesto el menor entusiasmo: cine hecho a reglamento, con la peregrina idea de que los hechos se cuentan solos, por su propio peso.