LA MÁQUINA QUE NO DEJÓ DE FUNCIONAR
Gracias a la lucha incansable de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, la justicia argentina ha logrado crear una nueva figura con legalidad suficiente dentro de nuestro sistema de justicia: el desaparecido. El desaparecido, como bien ha sabido poner en palabras el dictador Jorge Rafael Videla, “no está ni muerto ni vivo”, nos retrotrae a la época más oscura de nuestra historia, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, gobierno de facto que supo poner en funcionamiento y a la perfección, un aparato estatal represivo e ilegal, que “chupaba” y “desaparecía” a quienes sus hacedores consideraban un peligro para la Nación. Ese aparato, que luego de la vuelta de la democracia fue juzgado y en menor medida encarcelado, sigue funcionando, pero ahora dentro de la legalidad cotidiana de la democracia, y aquí aparece una nueva figura: el desaparecido en democracia. Esta problemática es recontada y traída a escena por el documental Antón Pirulero, del realizador Patricio Escobar.
El film muestra, a través de la voz de varios protagonistas de estas historias, las desapariciones de al menos una decena de personas, desde el retorno de la democracia, hasta el hecho emblema de la creciente militarización de las fuerzas policiales desde el 2015 para acá, Santiago Maldonado. El documental cuenta con imágenes de archivo; explicaciones de exjueces y fiscales, abogados y familiares de aquellos que han sido desaparecidos por el sistema policial argentino (ya que trae casos de Buenos Aires, Chubut, Santa Fe, etcétera); para encuadrar esta problemática dentro de un accionar constante e invisibilizado por el aparato estatal, que tiende a ocultar y entorpecer las investigaciones que tienen como fiscales y acusados, a la misma policía. Con relatos y hechos comprobados, el documental comprueba el accionar mafioso de las fuerzas de seguridad y la angustia, impotencia de los familiares que han tenido que soportar las mentiras y encubrimientos más viles posibles.
Todo el material de archivo y de investigación relatado desde una voz en off que nos introduce a cada caso de desaparición, es intercalado por el accionar de un grupo de artistas que en diferentes ámbitos (frente a la Casa Rosada, en Tribunales o en la calle) realizan intervenciones al espacio público bajo el ritmo de Antón Pirulero, como ironía de la máquina estatal que funciona para apresar, torturar y desaparecer a integrantes de la misma sociedad. ¿A qué individuos se desaparece? El documental postula la hipótesis de que los nuevos desaparecidos no son ya los militantes de izquierda, peronistas o simplemente los llamados “subversivos”, sino la consecuencia que esta despolitización de la sociedad, la fuga de cerebros y las atrocidades políticas y económicas que los gobiernos pos-dictadura nos han dejado: las clases marginadas, y más puntualmente “los pibes con gorrita”, aquellos que tienen las menores herramientas para luchar contra un estado ilegal y mafioso.
El caso emblema que avala la hipótesis: Luciano Arruga, un pibe al que la policía quería obligar a hacer robar para ellos y ante la negativa, primero vinieron los hostigamientos, encarcelaciones ilegitimas, las amenazas y posteriormente la desaparición, para luego ser comprobado el asesinato, fruto de las torturas que le hicieron a este muchacho de solo 16 años. 16 AÑOS. Pero bueno, en los medios la imagen del “pibe gorrita” avala que no se investigue como corresponde, que el caso no tome la notoriedad necesaria. Lo mismo sucedió con Santiago Maldonado, el hippie que corta rutas al que se le inventaron miles de paraderos e historias de prontuario incomprobables. Dos imágenes que nos devuelven los asquerosos medios de comunicación y que nos recuerda al “algo habrán hecho” de los años 70. Vale destacar que tanto Luciano Arruga como Santiago Maldonado o Julio López, son casos que claramente han tomado notoriedad dentro de los medios y que han calado en la sociedad argentina, pero son sólo una muestra de los montones de casos que no han salido a la luz como éstos y que suceden todos los días.
Visibilizar, no olvidar, traer a primer plano, luchar, pelear, defender y hacer valer nuestros derechos, el arte como un modo de lucha y de empoderamiento de aquellos denominados sin voz, los nadies diría Eduardo Galeano, es lo que nos recuerda este necesario documental.
El film muestra, a través de la voz de varios protagonistas de estas historias, las desapariciones de al menos una decena de personas, desde el retorno de la democracia, hasta el hecho emblema de la creciente militarización de las fuerzas policiales desde el 2015 para acá, Santiago Maldonado. El documental cuenta con imágenes de archivo; explicaciones de exjueces y fiscales, abogados y familiares de aquellos que han sido desaparecidos por el sistema policial argentino (ya que trae casos de Buenos Aires, Chubut, Santa Fe, etcétera); para encuadrar esta problemática dentro de un accionar constante e invisibilizado por el aparato estatal, que tiende a ocultar y entorpecer las investigaciones que tienen como fiscales y acusados, a la misma policía. Con relatos y hechos comprobados, el documental comprueba el accionar mafioso de las fuerzas de seguridad y la angustia, impotencia de los familiares que han tenido que soportar las mentiras y encubrimientos más viles posibles.
Todo el material de archivo y de investigación relatado desde una voz en off que nos introduce a cada caso de desaparición, es intercalado por el accionar de un grupo de artistas que en diferentes ámbitos (frente a la Casa Rosada, en Tribunales o en la calle) realizan intervenciones al espacio público bajo el ritmo de Antón Pirulero, como ironía de la máquina estatal que funciona para apresar, torturar y desaparecer a integrantes de la misma sociedad. ¿A qué individuos se desaparece? El documental postula la hipótesis de que los nuevos desaparecidos no son ya los militantes de izquierda, peronistas o simplemente los llamados “subversivos”, sino la consecuencia que esta despolitización de la sociedad, la fuga de cerebros y las atrocidades políticas y económicas que los gobiernos pos-dictadura nos han dejado: las clases marginadas, y más puntualmente “los pibes con gorrita”, aquellos que tienen las menores herramientas para luchar contra un estado ilegal y mafioso.
El caso emblema que avala la hipótesis: Luciano Arruga, un pibe al que la policía quería obligar a hacer robar para ellos y ante la negativa, primero vinieron los hostigamientos, encarcelaciones ilegitimas, las amenazas y posteriormente la desaparición, para luego ser comprobado el asesinato, fruto de las torturas que le hicieron a este muchacho de solo 16 años. 16 AÑOS. Pero bueno, en los medios la imagen del “pibe gorrita” avala que no se investigue como corresponde, que el caso no tome la notoriedad necesaria. Lo mismo sucedió con Santiago Maldonado, el hippie que corta rutas al que se le inventaron miles de paraderos e historias de prontuario incomprobables. Dos imágenes que nos devuelven los asquerosos medios de comunicación y que nos recuerda al “algo habrán hecho” de los años 70. Vale destacar que tanto Luciano Arruga como Santiago Maldonado o Julio López, son casos que claramente han tomado notoriedad dentro de los medios y que han calado en la sociedad argentina, pero son sólo una muestra de los montones de casos que no han salido a la luz como éstos y que suceden todos los días.
Visibilizar, no olvidar, traer a primer plano, luchar, pelear, defender y hacer valer nuestros derechos, el arte como un modo de lucha y de empoderamiento de aquellos denominados sin voz, los nadies diría Eduardo Galeano, es lo que nos recuerda este necesario documental.