A los once años, Antonio Puigjané decidió ser sacerdote. Desde su ordenación, el fraile de la orden capuchina trabajó en los lugares más humildes, como las villas en los márgenes de Mar del Plata y La Rioja de Anillaco, en el ombligo del menemato, donde lo encontró el golpe del ’76. Durante las primeras rondas de las Madres de Plaza de Mayo, se convirtió en el primer sacerdote que apoyó la causa a viva voz. Descubrió un hilo conductor entre Cristo y el Che Guevara, viajó a Cuba, conoció a Fidel Castro y ya entonces, ideológicamente hablando, Puigjané era un representante absolutamente idiosincrático del catolicismo.
Gente como Osvaldo Bayer y Adolfo Pérez Esquivel, que dan su testimonio en el documental, dan cuenta de esta faceta inclasificable, a la vez que entrañable, del cura. Pero lo que mueve a este trabajo de Fabio Zurita es indagar su encarcelamiento en la cárcel de Caseros, durante diez años, tras los incidentes de La Tablada. El “Piru” fue un activo militante del Movimiento Todos por la Patria (MTP), pero estuvo ajeno a la revuelta de sus compañeros; pese a su desconocimiento, aceptó ir a juicio junto a los sobrevivientes. La postura de Zurita es interesante, muestra las grietas de un período santificado, pero así como la historia que vincula al sacerdote con el MTP es lo más jugoso, hubiera precisado más elaboración; los hechos de La Tablada, por ejemplo, sin contexto (ni siquiera introducción) resultan incomprensibles para un espectador extranjero.