Los realizadores de cine comprendieron que, en esta época donde el terror pasó a ser cosa de tontos (o de freaks), no podían limitarse a hacer saltar la sangre a chorros, sino que debían decir "algo más". Muchas veces, han dicho cosas inútiles, redundantes o retrógradas. Otras, como en este filme del español Paco Cabezas, son ocasión para hablar de otro modo de aquello de lo que suele hablarse en otros géneros, con un halo de seriedad que no sé quién pudo haberle otorgado en primacía a este género que, en lo personal, me resulta muy atractivo. Ya lo sé, seguramente seré un freak (porque afirmar mi zoncera sería adimitir que soy un tonto), como confiesa ser el director mismo -lo cual puede resultar problemático.
Aparecidos es una road movie protagonizada por dos hermanos que llegan de España a Buenos Aires con motivo del estado de coma de su padre, sin posibilidad de rehabilitarse y, por ende, pasible de la ser desconectado del respirador. Malena (Ruth Díaz) no tiene ningún tipo de remordimientos para con su padre, de quien su madre no habló nunca bien, pero Pablo (Javier Pereira) siente que recién lo está conociendo y se enternece hasta el punto de insistirle a Malena de realizar el camino desde Buenos Aires a Tierra del Fuego, donde su padre vivía y cuyo trayecto realizó moribundo de su cáncer en su auto, el mismo que utilizarán sus hijos. Pero el placer del viaje por la carretera (con esos hermosos paisajes patagónicos que el Super 35 panorámico sabe aprovechar) se ve interrumpido por el encuentro de un diario, escondido en el auto, que relata los hechos tal y como van a suceder... o como ya sucedieron.
Se trata de una película de apariciones o fantasmas, muy bien estructurada en cuanto a lo técnico, pero poco original a la hora del desarrollo y secuencia argumental. Lo más destacable, es por supuesto, la temática social de la que trata. Diremos algunas palabras acerca de ella a continuación, pero comento a los fanáticos del terror, que no vayan con grandes expectativas en relación con el género.
[PLOT SPOILER. Si usted no vio la película, no siga leyendo hasta que otra señal se lo indique. Se revelarán detalles resolutivos de la trama. Sin embargo, nada que usted no pueda averiguar con un poco de perspicacia.]
Cuando uno se entera quiénes son esos fantasmas (por cierto, bastante pronto si uno presta atención) el título se explica por sí solo: los aparecidos fueron desaparecidos por la dictadura militar argentina que comenzó en 1976. En esta época, se llevaron a cabo las más horribles torturas a jóvenes, adultos, ancianos y niños (se han arrojado jóvenes de 14 años al río en los "vuelos de la muerte"). Para llevar a cabo dichas operaciones, se necesitó ayuda técnica, y esta fue la de los médicos. Curiosamente, este filme se estrena el 3 de diciembre, día del médico. Aún estos médicos siguen trabajando. No era un Mengele, sino muchos. Su labor era la de calcular hasta qué punto un hombre podía aguantar la tortura sin morir (¿cuántos voltios puede recibir por la picana? ¿Cuánto aguanta desangrándose bajo el agua?). Se imaginan, que habiendo desaparecido a treinta mil, podían darse el lujo de perder algunas vidas. De todos modos, no les interesaba a los torturadores extraer verdad alguna, sólo querían un nombre o varios y luego la mayoría de los torturados eran asesinados, si no morían por las heridas de la tortura. Ya se sabe, la ciencia no es en sí misma un beneficio para la humanidad, sino que también puede usarse para matar, o para realizar operaciones ilegales como el robo de bebés, en este específico caso de la medicina.
De esta película de Paco Cabezas puedo rescatar una visión que parece estar surgiendo dentro de los films de terror, a saber, la reflexión que aparece en Masacre esta noche, ganadora del Buenos Aires Rojo Sangre, acerca de la diferencia entre realidad y ficción, muy pocas veces tematizada en el cine (por ejemplo, Lynch lo hace en Inland Empire). Las torturas son un excelente objeto para despertar el morbo del terror, pero una vez que se vuelven reales, ya no son más cine, son una de las acciones más despreciables que puede cometer un humano.
[HASTA AQUÍ EL PLOT SPOILER. Puede retomar la lectura.]
En suma, tenemos un film de fantasmas, previsible, pero con un interesante mensaje al público: el terror no es algo tan alejado de nuestras vidas, sólo que podemos disfrutarlo cuando estamos en la butaca. Celebro que películas que hasta hace poco se consideraban "triviales" traten tópicos altamente importantes sin por eso banalizarlos, cosa que en ningún momento Aparecidos hace. Ahora que existe cierto auge (precisamente por su decadencia anterior) del terror tratando temas "serios", debemos insistir en que los cineastas realicen otros géneros en esta línea. El más necesitado, y no es que nunca se haya hecho, es la comedia. Paco Cabezas intenta hacer lo suyo con mediano éxito y a veces no deja al espectador nada para leer "entre líneas". La escena final es por cierto, lamentable e innecesaria.