“Apollo 18”: cómo arruinar una idea prometedora
La fórmula «Blair witch project», de supuesto «reality de terror», con una historia contada a través de un supuesto material de archivo que documenta un hecho supuestamente verídico, se viene aplicando a demasiadas cosas. Ya hubo una de fantasmas, una de monstruos tipo Godzilla pero filmados por un cameraman amateur, y una de zombies españoles con secuela y remake hollywoodense, y hasta una de guerra a cargo de Brian De Palma.
De todas estas opciones, una odisea espacial al estilo Blair witch tenía todo a favor. Pero a veces la fórmula, por probada y repetida que sea, no funciona, y «Apollo 18» es un gran ejemplo de cómo arruinar todo el potencial de una idea prometedora.
Para empezar, elige la teoría conspirativa equivocada y nunca logra sostener con eficacia, o algún rigor, la premisa de una última misión de la NASA a la luna, llevada a cabo en secreto, dados los conflictos con los soviéticos hacia el final de la Guerra Fría. A esto hay que agregarle todo tipo de eventos misteriosos que, dada la locación, son bastante fáciles de adivinar, al menos en cuanto a su origen extraterreno. Lo que sí sorprende es el torpe desenlace revelado al final del alargadísimo enigma, filmado con la pobre calidad técnica esperable de un hipotético material documental filmado en la luna y perdido durante décadas.
Los fans de la ciencia ficción, de todos modos, apreciarán un par de escenas realmente logradas, como que describe el encuento con una misión espacial soviética. Si alguien se anima a tratar de resolver una noción tan absurda como la de un falso documental supuestamente rodado en el espacio a principios de la década de 1970, debería hacerlo con algo más serio y verosímil, o por lo menos, más entretenido que esta «Apollo 18».