Rocas vivas
Una vez más el género del falso documental se pone al servicio del cine en una historia que se toma de una teoría conspiranoica clásica: ¿Por qué el hombre no volvió a la Luna? ¿Cuál fue la verdadera causa de la cancelación del proyecto Apolo después de la misión número 17? Una serie de imágenes "de archivo" intentan dilucidar el misterio planteado por la última misión, que fue tan secreta que incluso los astronautas no podían contársela a sus seres queridos.
Así, abordamos el módulo tripulado por los astronautas Walker y Anderson. Los vemos iniciar sus relevamientos en el primer día de alunizaje, los vemos dormir y escuchamos esos extraños sonidos que no se sabe si vienen de fuera o dentro de la nave, pero que son (lo sabemos) la antesala del espanto. Lo que no podemos ver venir, o no queremos, es ese momento que tan difícil es de manejar para los realizadores del cine de suspenso-terror: la revelación de "la criatura" (o criaturas).
Porque ese momento suele ser el definitorio para que la cinta se sostenga o se venga abajo. Mayormente, se viene abajo... y "Apollo 18" no es la excepción.
En esta floja producción dirigida por el español Gonzalo López Gallego, sin dudas lo que más se destaca es la impecable técnica de rodaje. Los actores tampoco están mal, pero el guión es errático y poco ganchero, demasiado apegado a los clásicos golpes de efecto que prometen más de lo que finalmente se ofrece en la resolución.
La propuesta, está claro desde el trailer, no es original. La premisa es interesante, pero como suele suceder (y efectivamente, sucede) termina desbaratándose en obviedades y resoluciones muy berretas. Casi, casi una marca de agua del productor detrás del filme, Timur Bekmambetov, responsable de "Guardianes de la noche" y "Se busca". Un comienzo bastante ganchero que se desliza hacia un final previsible y flojo, redondea una película que sólo apreciarán los muy (MUY) fanáticos del nuevo sub-género.