La opera prima como director del celebrado guionista de “Red social” y “Cuestión de honor” –además de varias series de TV– narra la historia de Molly Bloom, una mujer que se convirtió en la “Princesa del Poker” organizando mesas de juego para celebridades y multimillonarios. Un gran trabajo de Jessica Chastain para una película que funciona más como monólogo actoral que como drama.
No hay duda alguna que a Aaron Sorkin le gusta escuchar el sonido de su propia voz. O, puesto de otro modo, ver cómo sus textos son interpretados por actores en la pantalla. Y era de esperar que, en su opera prima como realizador y sin una mirada externa que controle sus impulsos más extremos, el hombre diera rienda suelta a esos deseos desaforadamente, cosa que hace en APUESTA MAESTRA. Y el resultado combina lo mejor y lo peor del celebrado guionista de RED SOCIAL. Por un lado, logra contar una historia apasionante con un personaje central fuerte y inusual. Pero, por otro, uno podría considerar que, más que un filme, de lo que somos testigos es de un excelente monólogo de más de dos horas de Jessica Chastain con un montón de imágenes de fondo.
La historia de Molly Bloom es apasionante y es evidente que Sorkin se fascinó con el personaje de esta mujer inteligentísima, muy segura de sí misma y decidida que, empujada de maneras distintas y contradictorias por su padre (un muy sobrio y efectivo Kevin Costner) a triunfar a toda costa en lo que sea (primero, como esquiadora; luego, según los planes, como abogada), se convirtió en la reina de los juegos de poker tanto en Los Angeles como en Nueva York, hasta que comenzaron los problemas con la ley.
Sorkin estructura la historia en varios tiempos y siempre con la voz en off velocísima de Chastain narrándolo todo, todo, todo. La película empieza por la detención de Bloom y vuelve hasta su infancia, yendo y viniendo entre esos dos momentos (la preparación para el juicio junto a su abogado que encarna Idris Elba; y sus desventuras en el submundo del juego para apostadores millonarios), pero lo que la enmarca siempre es su permanente voz narrativa. A tal punto es omnipresente esa voz que uno tiene la impresión que está más ante un monólogo ilustrado que ante una película que nunca termina por empezar.
La estructura –y hasta ciertos trucos de montaje– le deben mucho al cine de Martin Scorsese, especialmente a las historias del ascenso y caída de gángsters/empresarios como BUENOS MUCHACHOS, EL LOBO DE WALL STREET y, especialmente, CASINO. A ambos les encanta describir cómo funcionan esos mundos de manera detallada y específica (si es con voz en off, mucho mejor), pero allí donde Scorsese de a poco va dando paso a la construcción de películas que profundizan en las vidas de sus protagonistas y las personas que lo rodean, da la impresión que Sorkin jamás logra del todo salir de la trampa en la que se metió solo. Sobre la última parte del filme, cuando la carrera de Bloom va entrando en una previsible espiral decadente, ya es muy tarde para generar algo parecido a la emoción o a la construcción de un mundo cinematográfico por fuera de la protagonista y su mesa de poker.
De todos modos, APUESTA MAESTRA es una gran historia y los detalles de la vida y “profesión” de esta mujer que llegó a Los Angeles tras un accidente que la dejó afuera de una carrera de esquiadora olímpica y se fue involucrando con celebridades de Hollywood y del mundo de los negocios como una suerte de “madama” de la más exclusiva mesa de poker de Los Angeles, son por momentos apasionantes. Editada velozmente (de vuelta, en un estilo 100% scorseseano), la película va contando el ascenso y la caída de esta muy inteligente, decidida y bella mujer que crea un pequeño imperio a partir de conectar gente entre sí y, como ella misma confiesa, utilizando mucho Google… hasta para aprender los detalles del juego en sí.
Pero no todo puede durar para siempre, claro, y menos en un juego millonario donde empresarios, criminales de guante blanco, grandes celebridades (sintetizadas, curiosamente, en el manipulador personaje que encarna Michael Cera que está basado en Tobey Maguire) y hasta la mafia rusa participan. Como en muchos de sus guiones (STEVE JOBS, especialmente), Sorkin encontrará un agujero negro psicológico en Molly y hará que su mundo se construya/destruya en torno a eso, asunto que resolverá de una forma terriblemente banal. Y, fuera de Chastain, el realizador no logra crear personajes que generen mayor interés pese a las más de dos horas del relato. Todos pasan, hacen sus aportes a la vida de Molly, y desaparecen.
En ese sentido, la película es un show de Chastain, que está encendida de principio a fin mostrando todos sus atributos actorales y dejando que el espectador sea llevado de las narices por su personaje, cosa que logra a fuerza de talento, belleza (Molly se vestía de una manera particularmente sexy en su trabajo) e intensidad. Es una actriz de una enorme capacidad para hacer prácticamente cualquier cosa y si el filme no termina de convencer no es por su culpa ni mucho menos. De hecho, es el propio director/guionista quien debería haber tratado de construir otros personajes con una décima parte de la complejidad de su protagonista para crear algo parecido a un drama a su alrededor. Pero no lo logra hacer. Y esa decisión, si bien permite el lucimiento excluyente de la actriz de EL ARBOL DE LA VIDA, termina siendo contraproducente para la película.