Jessica Chastain encarna a Molly Bloom, una esquiadora de talla mundial que tras sufrir un accidente decide dar un vuelco a su vida y huyendo de las exigencias de su padre -Kevin Costner-, un cúmulo de casualidades y explotando su inteligencia e ingenio sin ayuda de nadie, se convierte en menos de diez años en millonaria e impulsora de las más exclusivas apuestas de póker clandestinas en las que participan estrellas de Hollywood, deportistas, empresarios y hasta la mafia rusa. Un imperio que comienza a desmoronarse por la ambición y que encuentra en el prestigioso abogado Charlie Jaffey -Idris Elba- su única posibilidad para librarse de la cárcel.
Con una estructura similar a La red social -combinando flashbacks con una entrevista con su abogado y el uso de la voz en off-, un vertiginoso prólogo con montaje casi de videoclip o Serie de TV -que recuerda Escándalo Americano, La gran apuesta o El lobo de Wall Street-, referencias fugaces a la cultura pop, su sello dramaturgo plasmado en diálogos y monólogos de indiscutible brillantez formal pero por momentos algo tediosos y largos, sumados a sus ya habituales referencias intelectuales -en este caso con 'El crisol', de Arthur Miller-, Sorkin logra aunar su toque comercial con una historia interesante, una gran actuación de Jessica Chastain y una trama que por momentos abunda en explicaciones y que supera las dos horas, diluyendo cierto interés en varios fragmentos del relato.
Tras el vértigo y emoción del comienzo que lleva a la protagonista a darle un nuevo rumbo a su vida, Sorkin elije centrarse en la explicación acelerada del juego con sus códigos y algunas partidas espectaculares -poco atrapante para los ignotos del póker-, para luego posar la mirada sobre los que juegan y como funcionaba el negocio de Molly Bloom, cómo organizaba las partidas, captaba jugadores y manejaba el dinero. Promediando la mitad del relato es cuando comienza a desarrollarse el drama íntimo del Molly, marcada por una familia de lo más exigente y peculiar, mostrando toda la evolución psicológica de su personaje y renunciando a tópicos como el sexo, la mafia y la violencia, para dar lugar al cuento moral de superación basado en una heroína real, audaz e inteligente pero también con defectos.
Tal vez sobre el tramo final, cierto simplismo en la resolución de su problema -aunque ello derive en una de las mejores escenas del film, el encuentro Jessica Chastain con Kevin Costner- y la demasiada racionalización y condescendencia con los actos de la protagonista, sumado a algunas características poco verosímiles -no por ello menos verídicas- como el hecho de no mantener relaciones con sus clientes, no tener guardaespaldas y ser extremadamente generosa restan fuerza al relato.
El carisma y talento de Jessica Chastain para darle los diferentes matices a esa deportista malograda, pero autoexigente y obstinada que se reinventó hasta convertirse en "la princesa del póquer", se complementan con un notable Idris Elba y un fantástico, aunque breve, Kevin Costner que pone el broche de oro sobre el final con su «terapia de tres años en tres minutos».