La premisa debería aplicarse a cuaquier película que se precie, pero en particular las que tienen a Aaron Sorkin como guionista exigen plena concentración desde el primer fotograma. Films como La red social (2010) y Steve Jobs (2015) desplegaban una ametralladora de información que, a fuerza de estética de videoclip, esgrima verbal y veloces saltos temporales, no daban lugar a la distracción ocasional. En Apuesta maestra, su debut detrás de cámara, las armas de Sorkin serán las mismas.