Hay un término que de vez en cuando se escucha en diferentes charlas entre amigos, familias y/o compañeros de trabajo: “película pasatista”.
Si bien no existe una definición por excelencia que aclare de que se trata la cuestión, se podría decir que cuando alguien utiliza esa expresión es para referirse a una película que le hizo pasar un (buen) rato o reír hasta ahí nomás. O sea que cumplió su cometido de entretener durante los noventa y pico de minutos y no chillar al finalizar.
Apuesta máxima sería un buen ejemplo de eso porque es un film del cual te olvidás que lo viste a las dos horas de finalizada la función pero que durante la misma te engancha.
La historia es dinámica, y si bien vimos una muy parecida (y mejor) en el film 21 (2008), aquí nos entretenemos más con los delirios en lugar de preocuparnos por los personajes.
Justin Timberlake labura bien como siempre pero no brilla como lo ha hecho bajo la lupa de otros directores. Lo mismo sucede con Ben Affleck, pero su carisma y el rol que ocupa cumple su propósito.
¿Gemma Arterton? Digamos que la platea masculina va a disfrutarla en la pantalla y no le pidamos más que eso.
Lo cierto es que el director Brad Furman, quien había hecho un gran trabajo con su último film (The Lincoln Lawyer, 2011) aquí solo consigue entretener y crear una mínima tensión en algunas secuencias.
Fuera de eso la verdad es que no se le puede destacar nada, pero criticar tampoco porque el producto terminado se deja mirar y se disfruta para pasar el rato.
Si la van a ver, que sea con las expectativas bajas y con la idea de que es una película que no quedará mucho tiempo en su memoria pero que los entretendrá.