Lejos del paraíso.
Justin Timberlake es Richie, un estudiante pasado en años de Princeton que luego de quedarse sin trabajo (por la quiebra de una empresa financiera) decide terminar sus estudios. Sin una familia adinerada para respaldarlo, su forma de juntar dinero es la de atraer gente a sitios de apuestas online. Una timba legalizada por otra aún no tan legitimada. Presionado por el decano para que deje su labor poco ética, se juega todo sus ahorros en el mismo juego de póker que vende. El descubrimiento de un hecho durante la partida (que pierde) hace que nuestro protagonista parta hacia Costa Rica a buscar al magnate dueño del sitio online, Ivan Block (interpretado por Ben Affleck).
En un principio no se puede decir que la premisa sea fallida. Juegos, trampas, una mujer en el medio, un destino “exótico”. Ahora, el desarrollo de los mismos, deja bastante que desear. Para empezar lo de Justin Timberlake es alarmante. Seguramente su mayor cualidad sea la de tener ese aura cool y simpática, algo que no lo hace un gran actor per se, pero si uno con carisma. Dividido entre interpretaciones interesantes (Red Social, Amigos con Beneficios) y otras olvidables (El Precio del Mañana, Curvas de la Vida), este caso se encuadra claramente en estos últimos. Su Richie Furst en Apuesta Máxima (horrible y genérico traducción de Runner, Runner) es asombroso: no logra transmitir ni una sola emoción al espectador. En una trama supuestamente riesgosa (supuestamente), su rostro confundido no ayuda a creer ni un poco lo que está pasando. En contrapartida está el loco Affleck (el enemigo número uno desde que será Batman) que al menos trata de jugar con su papel, por momentos logra dar con el perfil de joven millonario sin escrúpulos. En el apartado femenino, Gemma Arterton aporta poco y nada. El director Brad Furman no logra explotar ni su talento ni su belleza, su exposición es la de muñeca a dividirse entre los protagonistas masculinos, un personaje sin más objetivo que sacar trompita.
Si este trinomio de actores es donde se apoya el interés para vender la película (el póster no me deja mentir), algo así como intrigas, traición y seducción en una isla caribeña, uno debe cuestionar realmente la construcción de sus personajes. El desarrollo de ellos es nulo, sin pasión ni sangre.
Todas funcionan sin un mínimo sacrificio, sus decisiones son inexplicables. Sin transpirar Richie se juega los ahorros, va a Costa Rica a conocer al magnate de juego online, lo conoce, se hace amigo y , le ofrecen trabajar con él. ¿En serio? Resulta bastante aburrida una historia llena de situaciones carentes de justificaciones y complejidad. Se ve el esfuerzo en hacer “riesgosa” la historia. Funcionario tercermundista (obvio, corrupto y estereotipado), un agente del FBI que grita mucho (porque el FBI sobreactúa al parecer), y además, la aparición del padre apostador del protagonista (para darle carga dramática, vió). Pero uno nunca deja de sentir que Richie va a resolver sus problemas con la misma facilidad con la que se los creo. Y no se equivoca.