"Por la plata baila el mono"
Sin pelos en la lengua, la ópera prima de E.L. Katz nos invita a pasar una divertida, salvaje y violenta noche de fiesta de la mano de 4 personajes completamente descabellados dispuestos a todo con tal de llevarse un par de billetitos al bolsillo. Bienvenidos a una joda única e inolvidable.
Dos amigos se reencuentran después de un largo tiempo en un bar de mala muerte ubicado en una ciudad que chorrea aburrimiento. Ambos están momentáneamente sin trabajo, por lo que la ronda de cervezas y tragos solo tiene como objetivo tratar de olvidar sus problemas cotidianos y recordar las viejas y añoradas épocas. Sin embargo, cuando todo parece terminar en un grato encuentro, una pareja bastante peculiar los invita a su mesa y les propone realizar una serie de pequeñas apuestas por dinero. Las necesidades económicas, el alcohol y la vorágine de una noche que recién comienza serán el combustible de una alocada lista de pruebas que los amigos estarán dispuestos a cumplir sin importar hasta donde los lleve esta misteriosa competencia entre sí.
Katz sortea sin mayores inconvenientes su debut en la pantalla grande de la mano de un arriesgado y por momentos exagerado guion (escrito por David Chirchirillo y Trent Haaga) y de un grupo reducido de actores que cumple con el objetivo de generar empatía y misterio en el espectador.
La amistad entre los personajes principales (interpretados por Pat Healy y Ethan Embry) logra traspasar la pantalla gracias a la buena química entre los actores y eso, a medida que avanza la trama, se vuelve parte fundamental del film. Lo mismo se puede decir de la misteriosa pareja a la que le dan vida David Koechner y Sara Paxton quienes, sin caer en ningún momento en lugares comunes (que amenazan con irrumpir a la pantalla en más de una ocasión), dejan de ser los anfitriones de esta noche para convertirse en meros espectadores a medida que pasan las horas.
El punto más alto de esta producción sin lugar a dudas es ese terreno gris bien elaborado donde se mueven todos los personajes. Ni buenos, ni malos, en “Apuestas Salvajes” solo hay personajes que se desenvuelven de forma inesperada al estar impulsados por la necesidad de satisfacer deseos simples y humanos. Tentaciones que, básicamente, tanto los protagonistas de esta película como nosotros podemos encontrar a la vuelta de la esquina.
Quizás lo exagerado de las últimas apuestas y el brutal (e inesperado) desenlace no sean del agrado de todos aquellos que se dispongan a ver esta película que, si bien comienza como una propuesta en tono humorístico y sarcástico, es un fiel exponente del humor negro y corrosivo con el que se animan a trabajar varios realizadores independientes en la actualidad.
Absorbente, divertida, pero sobre todo salvaje. “Apuestas perversas” es una gran forma de despedir el año ya que nos recuerda que, por más inocentes y familieros que aparentemos ser, todos tenemos nuestro lado oscuro a punto caramelo. Solo necesitamos financistas.