El rey reacio
Después de ser reclutado por Bruce Wayne para enfrentar a Steppenwolf durante los hechos retratados en Liga de la Justicia, Arthur Curry volvió a su vida normal. O casi, porque aunque se esfuerce en negarlo le gusta un poco eso de ser héroe y se fue creando una fama entre los marineros de alta mar a quienes suele ayudar cuando están en peligro.
Es así que interviene durante un ataque pirata a un submarino. En el enfrentamiento muere uno de sus líderes, dejando a su hijo clamando venganza contra ese poderoso misterio a quien los marinos llaman Aquaman.
Mientras tanto, en las profundidades del océano los reinos están alborotados. El rey de la Atlántida y medio hermano de Arthur está decidido a unificar a los otros reinos bajo su mando para declarar la guerra contra la superficie, un plan que tanto su visir como su futura esposa planean detener convenciendo a Arthur de reclamar el trono como legítimo heredero. Él genuinamente no tiene ambición por la corona, pero comprende que es la única forma de proteger al mundo de la superficie de una guerra que arrasaría con todo.
Era por abajo (del agua), DC
Después de un par de patadas en los dientes y algún intento que salió aprobando con lo justo, era arriesgado entusiasmarse con el nuevo estreno de un errático DCU que no parece tener claro el rumbo que pretende. Más si era con otra historia de origen, que siempre arrastran el ancla de tener que resumir años de información a la vez que cuentan una trama.
No sin algunas críticas, Aquamanpor fin lo logra. Cuenta en simultáneo su historia entrelazada a la de su personaje, mostrando de su pasado lo justo para que el resto tenga sentido y se entienda cómo funciona este mundo. No hacen falta más detalles, después de todo no deja de ser una película de acción y aventuras con gente linda y musculosa dándose tortazos unos a otros.
La trama es un camino del héroe de manual y no presenta gran originalidad, pero tampoco lo necesita. El héroe tiene una misión para la que no está preparado, y emprende un viaje por el mundo para encontrar un artefacto mítico perdido hace miles de años que le permitirá dar vuelta la situación. En el camino logrará solidificar su identidad a la vez que cierra algunos huecos de su pasado que le impedían cumplir con su destino.
Y para no desentonar con los otros de la Liga, su trauma principal viene por el lado de una madre que por más que sabe defenderse bien sola, existe únicamente para darle motivación al protagonista; solo le falta llamarse Martha. Seguramente si no estuviera interpretada por Nicole Kidman tendría la mitad de las líneas de diálogo, pero ni así se vuelve relevante.
La realidad es que la mayoría del elenco no destaca en sus roles y Jason Momoa sale bien parado a puro carisma, no por potencia dramática. No es el Aquamanhosco y solemne de otras épocas pero tampoco es un comediante, y ese balance le suma. No puede tomarse muy en serio a un personaje que habla con los peces pero tampoco hace falta hacerle decir un chiste detrás del otro.
Dejando todo esto de lado, el verdadero punto central de la película son las escenas de acción. Por su cuenta Aquaman logra lo que no habían logrado juntando a toda la Liga: combates fluidos, variados y entretenidos, que alternan el foco entre personajes con naturalidad dentro de una misma secuencia, destacando sobre todo una persecución por los tejados de Sicilia. Es épica cuando enfrenta ejércitos enteros en el campo de batalla, y brutal cuando se confina dentro de una habitación, permitiéndose mostrar violencia un poco más explícita que el promedio del género pero sin arriesgarse a perder la calificación de edad. Ello en diversos escenarios que van desde el pintoresco mediterráneo a la ciudad sumergida de Atlántida, donde conviven naves de diseño casi alienígena con monturas de tiburones y diversas criaturas fantásticas.
No todo es perfecto, y si algo puede criticarse es que todavía se resisten a dejar de lado varios de los lugares comunes del género como el abuso del recurso de la cámara lenta para remarcar acciones y esa maldita necesidad de explicar algo que acabamos de ver con alguna frase trillada e innecesaria; pero en promedio el resultado es más que satisfactorio