Pocas veces la vida de una sexagenaria puede ser tan demoledora como intrigante y magnética. Todas esas cualidades y más las aúna Aquarius, segundo y eximio largometraje de Kleber Mendonça Filho que durante tres actos y unos casi 40 años mete de lleno a la platea en la vida y obra de Clara, con un pilar gigantesco como lo es Sonia Braga al frente.
Crítica musical retirada, apasionada de la vida y de su familia, ella ha sobrevivido en su juventud a un cáncer que se ha saldado con una de sus mamas y, tras haberle reducido su cabellera a un corte estilo Mia Farrow en Rosemary’s Baby, ahora trata a su despampanante melena azabache como una posesión muy preciada. A su vida no le falta nada, y coincidentemente es la última habitante en el complejo de departamentos que le da título al film. La constructora la aborda cordialmente para que libere el predio, pero su respuesta es “Yo de acá me voy muerta”. Hay pinceladas políticas, la siempre presente contienda entre David y Goliat, a lo largo de los absorbentes 140 minutos de metraje, pero están tan bien retratadas que nunca llaman la atención de más.
Siento que no estoy a la altura de retratar el drama humano que presenta Mendonça Filho. A veces intimista, a veces relleno de comentarios sociales, diferencia de castas y demás, es una película que tiene una variedad de tópicos variopintos, todos expuestos con un tacto y excelencia superlativos. Es una experiencia que se tiene que ver y se tiene que sentir subjetivamente, en donde de seguro habrá momentos que tocarán a cada uno con las vivencias familiares propias. No miento si digo que hay una discusión entre Clara y sus hijos en los que uno de ellos reprocha una ausencia de su familia y otro abre un libro y señala una dedicatoria de ella que prácticamente me hizo lagrimear como un tonto. Esos pequeños detalles abundan en el guión de Mendonça Filho, esas pequeñas cotidianeidades íntimas que hacen mella en el corazón del espectador.
Nada de esto hubiese sido posible de no ser por la presencia de una sublime Sonia Braga como Clara, una mujer a la cual terminamos conociendo en carne y hueso para cuando termina la última escena. No hay grandes exabruptos en su actuación, sino que tiene unas miradas penetrantes que lo dicen todo, y cuando abre la boca, las palabras justas salen de ella para terminar las conversaciones. Es el pilar de todo Aquarius, y cada zambullida en la playa, cada charla con amigas, familia o desconocidos, cada momento nos dice algo de ella, va revelando su carácter. Braga es imponente, se carga la película a los hombros y nunca abandona. Es una verdadera campeona, en la culminación de una larga y prolífera carrera.
Aquarius es un soberbio drama dominado más que actuado por una veterana actriz muy temeraria, que una vez terminada deja en ascuas al espectador. Es un viaje personal rico en detalles, con personajes interesantes y una muestra más de que el cine latinoamericano no tiene nada que envidiarle a otras producciones extranjeras.