Un drama extenso pero profundo.
Hoy por hoy, algunas corporaciones ganan tanto terreno que muchas de ellas están en condiciones de ser su propio país. Estas se aprovechan, bastante a menudo, del deseo de la gente de aumentar su poder adquisitivo. Pero también están aquellos que no tienen precio, que no se venden, ya que esas cosas que las corporaciones desean de ellos tienen más valor del que realmente le conceden, y es uno que no se mide en dinero.
La entereza de una mujer:
Aquarius cuenta la historia de Clara, una periodista musical retirada, que es la única habitante de su edificio. Esto se debe a que una corporación ya compro todos los otros departamentos a sus propietarios y Clara es lo único que se interpone entre ellos y el nuevo emprendimiento que quieren construir en su lugar. Clara se rehúsa, primordialmente porque su departamento es mucho más que una vivienda para ella, y no dará el brazo a torcer, ni siquiera por las artimañas de las que se valdrá la corporación para hacerla ceder.
Aquarius se propone contar la historia de una sobreviviente; alguien que, como reza el viejo adagio, es un junco que se dobla pero siempre sigue en pie. Aunque esto garantiza un personaje encomiable, a quien el público pueda admirar, no es garantía de que se tenga una buena historia. Con esto en mente, el guion tiene la inteligencia de introducir el tema de la corporación y sus estrategias para que Clara les ceda el piso, como un marco para que veamos su vida; no tanto como una enseñanza, sino para que el espectador vea los motores que la motivan para no aceptar la oferta.
La película goza de una cuidada fotografía y dirección de arte que no sólo saben retratar las épocas sino también el estado de animo de la protagonista. Párrafo aparte merece su banda sonora, donde todas y cada una de las canciones elegidas tiene resonancia con el momento de la historia en donde se las coloca.
Párrafo aparte para Sonia Braga, quien entrega una interpretación sobresaliente como Clara. Conmovedora, segura, contundente y llena de fuego. Una labor consagratoria que no pasará desapercibida por el espectador.
Conclusión:
Valida de un guión profundo y una labor interpretativa de Sonia Braga que se devora cada escena en la que aparece, Aquarius es una historia que nos enseña no tanto a querer, sino a defender lo que es verdaderamente nuestro. Una casa es sólo una casa hasta que la volvemos un hogar, y pocas veces esa lección ha sido tan contundentemente aprendida como en esta película. Los ojos de Braga lo dicen todo.