"Marti dupa cracium" (Aquel martes después de navidad): Sensatez y sentimiento
El cine rumano viene en ascenso. Está bien, no tiene la masividad de llegada de otras geografías (al menos en nuestro país) como la italiana o la francesa, pero poco a poco y merced a un interesante puñado de títulos ("La muerte del señor Lazarescu", "Cómo celebré el fin del mundo"; "4 meses, tres semanas...", etc) va haciendose un lugar para desembarcar en nuestro país. Esta cinta en particular, venía precedida por críticas favorables desde su salida internacional (en 2010), por lo que me dispuse a comprobar "in situ" si "Marti dupa cracium" estaba a la altura de las antes nombradas.
Lo primero que me sorprendió fue la manera que eligió Radu Muntean (su director) para manejar una sistemática economía de cuadros. La película no debe tener más de veinte planos y muchos de ellos se extienden por una larga cantidad de minutos. La estética del film coquetea con el naturalismo rabioso (aquel donde los tiempos se hacen eternos y la contemplación es el ariete de punta), pero logra esquivar esa etiqueta merced a un excelente y ajustado guión (también realizado por este cineasta junto a Razvan Radulescu y Alexandru Baciu) y una solvente conducción de intérpretes. El trío protagónico (en una película donde hay muy pocos secundarios) sostiene con gran intensidad sus roles y le dan a "Aquel martes después de navidad", un brillo que pocas veces se ve en historias de este tipo.
La trama es bastante simple. Tenemos a un burgués corriente (arquetipo de la sociedad rumana de hoy), que cede a la tentación de ser infiel. Paul (Mimi Branescu) hombre casado y muy establecido, está viviendo un intenso romance con una dentista mucho más joven que él, Raluca (María Popistasu). Se conocieron cuando ella atendió a su hija de nueve años y desde allí (unos cuantos meses) sostienen una relación que parece sólida, de amantes y compañeros de ruta. Ella es consciente de su rol y a pesar de verse apesadumbrada por compartir a Paul, trata de sobrellevar el día a día como puede. La esposa engañada, Adriana (Mirela Oprisor) no sabe de la situación y se muestra como la contrafigura desafiante (pero no con estridencias) que salvaguarda la unidad familiar: es organizada, metódica y confía en su esposo. Todo parece ir por los carriles habituales de un triángulo amoroso hasta que Paul decide que la cuestión se ha vuelto insostenible y toma una decisión drástica: enfrentar a su mujer con la verdad y plantearle lo que siente por Raluca.
"Aquel martes después de navidad" dura 99 complejos minutos, en los cuáles hay dos construcciones opuestas, la pasión y la complicidad de Paul y Raluca, viviendo su romance a escondidas y el desgaste que eso les genera,; y la firmeza y convicción de Adriana, representante cabal de la estabilidad y lo formal, relacionándose siempre de manera fría y mecánica con él,... hasta que se entera de la verdad. Ahí los roles cambian (ya veremos porqué) y la película dinamita todos los puentes en un final muy rico desde el punto de vista argumental, abierto (en cierta medida) pero claro y frontal (que se dará en la fecha que presenta el título). Nadie se guarda nada (cinematográficamente), todo está ahí para ser abordado.
Muntean no toma partido por ninguna posición (les debo advertir), sino que ubica su cámara con oficio y dota de líneas consistentes a cada contraparte, para que luzcan reales y promuevan debates internos en el espectador. Hay una cuidada fotografía y una construcción de escenarios ligada a lo teatral, pero confiable y luminosa. "Marti dupa cracium" es una pequeña nueva joya del cine rumano. Un deleite para los amantes del género dramático y los degustadores del naturalismo más puro y duro. No estoy seguro de que a todos les guste (la temática también es bastante más empática para la gente que tiene más de treinta, hay que reconocerlo), pero sí de sus sólidos valores que la destacan de la cartelera hoy en día.
Gran película. Agradable sorpresa y una buena incorporación de Radu Muntean a mi lista de directores favoritos. No perdérsela.