Angelina Jolie debe proteger a un niño de las manos de dos asesinos profesionales en este thriller con tintes ecologistas del guionista de «Hell or High Water». Crítica publicada originalmente en La Agenda de Buenos Aires.
Uno de los nombres más interesantes –y, quizás, hasta sorprendentes– en surgir en los últimos años en el cine estadounidense es el de Taylor Sheridan. Este hombre de hoy 51 años se dedicó casi toda su vida a la actuación, aunque sin demasiada suerte, apareciendo en roles secundarios en series como “Veronica Mars”, “Sons of Anarchy” y no mucho más. Recién a los 40, cansado de la dificultad para conseguir papeles, Taylor empezó a escribir guiones. Y mal no le fue. Su primer guión se transformó en la celebrada película “Hell or High Water” (estrenada en Argentina como “Sin nada que perder” aunque figura con distintos títulos en las plataformas de streaming) y el segundo, que en realidad se filmó antes, fue “Sicario”, seguido por su secuela, “Día del soldado”. Poco después debutó en la dirección con “Wind River” y también hizo pie en el mundo de las series como creador, guionista de casi todos sus episodios y director de toda la primera temporada de “Yellowstone”, neo-western protagonizado por Kevin Costner que es muy popular en los Estados Unidos y ya lleva tres temporadas.
“Aquellos que desean mi muerte”, su segundo film como realizador –coescrito también por él y basado en una novela de Michael Koryta— se inspira en similares modelos que los anteriores. Se trata de un thriller violento con elementos de western que posee una estructura orgullosamente clásica. Heredero de la línea Clint Eastwood –y de sus propios maestros, como Don Siegel o Robert Aldrich–, Sheridan es un cineasta que trabaja tanto los guiones como la realización a partir de una aparente simpleza que bordea con lo tradicional. Son tramas directas y efectivas con personajes y conflictos que pueden parecer casi de manual pero que se sostienen gracias a la firmeza de sus sólidos pilares dramáticos y narrativos, a personajes bien construidos y –en las películas dirigidas por él– a un estilo que no llama (demasiado) la atención sobre sí mismo.
De todas sus películas –tanto las escritas como las dirigidas–, “Aquellos que desean…” es la más simple y lineal. Claramente no es la mejor, pero pese a su conflicto algo tradicional funciona muy bien dentro de su estructura de thriller “noventoso” con apuntes ecológicos. Angelina Jolie (en una de las pocas películas para mayores de 13 años que ha hecho en la última década) encarna a Hannah Faber, una smokebomber, un tipo de bombero que se dedica a apagar incendios forestales, muchas veces lanzándose desde paracaídas. La mujer ha vivido una experiencia traumática hace poco cuando no pudo salvar a una familia del fuego y ahora está apostada en una solitaria torre desde la que trata de controlar ese tipo de incendios en una zona boscosa en Montana.
En paralelo Sheridan presenta, mientras destrozan una casa con una familia adentro sin pestañear, a dos asesinos contratados para liquidar a todas las personas involucradas en una investigación federal. Interpretados por Aidan Gillen (“Game of Thrones”) y Nicholas Hoult (“X-Men”), son dos violentos y muy profesionales criminales que ahora tienen en la mira a Owen (Jake Weber), un contador que logra escaparse en su auto con su hijo Connor (Finn Little), antes de su llegada. Pero los tipos saben que padre e hijo van hacia ese bosque de Montana ya que el cuñado de Owen, Ethan (Jon Bernthal), es el asistente del sheriff del lugar. Y ahí están todas las piezas en juego para lo que se presenta como una cacería brutal que empezará involucrando solo a los humanos y luego se extenderá a los escenarios naturales.
La simpleza de la trama es sorprendente en estos tiempos de “multi-universos” interconectados. No hay giros narrativos ni grandes vueltas de tuerca más que las previsibles en esta serie de anunciados enfrentamientos entre dos criminales profesionales armados hasta los dientes y un grupo de personas (además de Hannah y Ethan, está la mujer de este y el veterano sheriff) que están en inferioridad de condiciones ante ellos aunque corren con la ventaja de conocer el territorio y sus particularidades. Hannah deberá tratar de proteger al pequeño Connor –los asesinos no tienen piedad con los niños tampoco—mientras el mundo alrededor de ambos parece, literalmente, desmoronarse entre las balas y el fuego.
Más allá de que su look de action hero por momentos hace un poco de ruido en el tono realista que Sheridan plantea acá, Jolie se maneja muy bien con un personaje claramente superado por los acontecimientos que usa su talento, experiencia e ingenio para tratar de escapar de la muerte y salvar al niño. De todos sus colegas, la que termina siendo su principal aliada es Allison (Medina Senghore), la embarazada esposa de Ethan, agregándole a la película un costado de violenta “batalla de los sexos” en la que las dos mujeres tienen que demostrar si son capaces de lidiar con estos dos elegantes pero clínicos matones.
Más allá de su simpleza, se trata de una película muy efectiva que tiene puntos de contacto con “Un mundo perfecto”, aquel film de Clint Eastwood de 1993, u otros films de acción a escala humana de esa época. Quizás lo que le falte para igualar a ese clásico es una cuota de emotividad que esta película no logra transmitir. Sin eso, claro, la potencia de “Aquellos que desean mi muerte” se resiente un poco y su mecánica queda más al desnudo. Quizás a Sheridan todavía le falte un poco, como director, para llegar a la altura del maestro Clint, pero no hay dudas que está recorriendo el mejor camino posible para acercársele.