André y Cristiano viven en una ciudad de Mina Gerais llamada Ouro Preto. Apenas se conocen. Sin embargo, cuando Cristiano muere a causa de un accidente en la fábrica de aluminio donde trabaja, el azar hará que el pequeño André recorra los últimos 20 años de la vida del obrero gracias a la aparición de un manuscrito que la película Arábia se encargará de poner en escena.
Así, pasados los 15 primeros minutos de metraje, cuando André encuentra ese texto, la ficción se transforma, mágicamente, en una representación visual del proceso de introspección de un hombre ansioso por olvidar al amor de su vida: un ejercicio que realiza mediante la escritura de un diario –narrado casi siempre en off– y acompañado por un grupo de teatro. Un giro inesperado que evoca el sorprendente cambio de la primera a la segunda parte de Tabú, del portugués Miguel Gomes.
La película dirigida a cuatro manos por Affonso Uchoa y João Dumans -ambos radicados cerca de Belo Horizonte- es una maravillosa propuesta de raíces neorrealistas que aborda escenas cotidianas de lo más trágicas pero con suma ternura y delicadeza, suavizando así su carga melodramática. El film no pretende exaltar o exagerar la desdicha de los personajes, sino plasmar el sentimiento de soledad y melancolía que los envuelve. Ya sean esos niños de la primera historia que desayunan con café porque no pueden comprar leche, o el autor del diario que viajó por las carreteras de Brasil aceptando cualquier trabajo que surgiera, o los mendigos y desvalidos que el peregrino conoció durante su viaje. Ninguno de ellos hace otra cosa que cuidar de sí mismo para sobrevivir.
Arábia retrata un Brasil donde la pobreza económica ha superado sus fronteras y, ahora, carcome el alma de su gente. La escritura, que debiera ayudar al protagonista a deshacerse del recuerdo de Ana, termina causando un efecto imprevisto: despertarle de su alienación mientras rememora su vida. En las últimas páginas de las memorias, Cristiano nos confiesa que sólo cuando deja de escuchar el sonido del metal de la fábrica consigue oír el latido de su corazón. Justamente Uchoa y Dumans mantendrán en el fuera de campo la muerte de Cristiano para que esta deslumbrante película nos deje con una incógnita: ¿Tuvo él un accidente o, en realidad, murió de pena?