AL MARGEN DE LAS GRANDES HISTORIAS
El cine latinoamericano demuestra cada tanto que hay salida a ese formato de porno-miseria que se explota deliberadamente en los festivales de cine y que se ha hecho muy -tal vez demasiado- popular, abrazando premios y el favor de un público con el horror a flor de piel. La brasileña Arabia, de João Dumans y Affonso Uchoa, es un ejemplo de un cine que aún exhibiendo los problemas sociales de la región, toma la distancia adecuada para no hacer una apología de lo sórdido. Relato dentro de otro relato, los directores no cometen la inmoralidad de montar un gran espectáculo ni hacer foco en las miserias que el protagonista atraviesa, como vagabundo que va de aquí para allá buscando laburos y changas mientras de fondo de desangra un país. Arabia se resuelve en lo íntimo, en lo que está lejos de los grandes discursos, en aquello que se hace foco muy pocas veces. Y vale doble cuando los grandes temas están en el reverso de esta historia de supervivencia.
Arabia arranca con el relato de dos hermanos y una abuela. Pero la muerte de un trabajador en la zona industrial de Ouro Preto, en Minas Gerais, da pie no sólo a que el mayor de los hermanos descubra un cuaderno con apuntes del propio trabajador, sino también a que la película cambie de punto de vista y se convierta en ese relato que el obrero fallecido, Cristiano, hacía de sus días en ese diario íntimo. La película de Dumans y Uchoa trabaja a partir de la voz en off del propio Cristiano, de ese flashback, que cuenta sus días, las miserias que atraviesa, el amor que encuentra, los detalles de cada empleo que consigue, los ratos de compañerismo y amistad. Esa voz en off, que parece injustificada en un comienzo, luego encuentra su razón. Y es una razón que no sólo habilita el recurso narrativo, sino que también da lugar a cierta poética que Cristiano utiliza para contar su entorno y contarse a sí mismo. Es una voz en off ajustada, precisa, que utiliza las palabras adecuadas y que suenan honestas y propias de quien las expresa. Las imágenes en Arabia acompañan, nunca redundan a las palabras y sirven para extender mucho más el universo del film: ese Brasil obrero y marginado que sufre y padece en silencio.
Así como la voz en off de Cristiano luce precisa, no pasa lo mismo con algunos diálogos que están más cerca del aforismo y el subrayado: que un personaje diga lo injusto de todo cuando lo estamos viendo en cada plano, es una licencia algo innecesaria y hasta impropia de los varios pasajes luminosos que tiene la película. Tampoco está del todo justificado ese quiebre narrativo, que pierde de mano decididamente la primera parte del relato, la historia de aquellos hermanos (de hecho, esos primeros minutos eran un poco intrascendentes), para retomarla tangencialmente sobre el final y demostrar su carácter apenas funcional. Son detalles, imprecisiones apenas, que no terminan por hacer mella. Y es curioso, porque forman parte del repertorio de truquitos del cine contemporáneo que aquí, ante la nobleza que evidencia el resto del relato, quedan aún más en evidencia.