La historia de todas
Directa y al hueso, Chelo Alvarez-Stehle se toma unos minutos para comenzar a hablar de los breves momentos que vive una mujer antes de empezar a ser avasallada en la vida. Algunos momentos de la infancia femenina se pueden capturar como acercamientos a la idea de libertad, pero esa esencia rápidamente es ahogada, porque desde muy pequeñas las mujeres aprenden que viven en peligro.
Tras dedicar más de 15 años a exponer el submundo de la explotación sexual y la trata en Asia y las Américas, la periodista y cineasta española Chelo Alvarez-Stehle se ve empujada a la playa del País Vasco, que dio fin a su infancia e inicio a secretos de familia. Durante su trabajo con supervivientes de tráfico sexual conoce a Virginia Isaias, una mujer mexicana que logra escapar de una red mexicana de trata y prostitución con su bebé de seis meses en el regazo, y deja atrás toda una vida de explotación sexual al cruzar la frontera a EEUU. Diez años de arduo trabajo más tarde, Virginia empieza a reconstruir su vida y acaba convirtiéndose en una gran líder contra la explotación sexual en la comunidad latina del Sur de California. Inspirada por Virginia, Chelo decide ahondar en la raíz de su pasión por denunciar la violencia de género. Ahí nace un viaje paralelo de introspección que empuja a la cineasta a regresar a España y quebrar el silencio sobre el abuso sexual en su vida.
La semilla que crece dentro de la periodista y directora germinó en un suceso de su infancia, en la que un hombre se llevó a su hermana pequeña al interior de un toldo en la playa y allí se produjo el quiebre en ambas, que hicieron silencio por lo ocurrido durante mucho tiempo.
No es casual que Chelo haya decidido recorrer “el mundo” para desenmarañar historias de abuso y explotación sexual de mujeres que cuentan un hecho particular pero representan una vida en común.
En España, India, México y en muchos sitios más, encuentra mujeres que dispersas por el mundo vivieron historias diferentes pero iguales. Nunca se vio tan claramente reflejada la llamada “cultura de la violación”, a medida que avanza la película la conexión es inevitable: las niñas son tocadas por extraños o familiares, son acosadas en la calle o en los espacios que frecuentan, también pueden ser vendidas, prostituidas o secuestradas. Lo que es un hecho es que si se elige un punto del mapa al azar, la certeza es que allí también sucede. O peor, que si señalamos al azar en un grupo de mujeres, la certeza es que algo le sucedió en algún momento de su vida, más o menos ultrajante, pero lo vivió.
Arenas de Silencio. Olas de valor (2018) trae a la superficie muchas feminidades, muchos tipos de abuso y las distintas formas de procesarlos. Algunas mujeres intentan reconstruirse con mucha dificultad; otras afirman que ya lo superaron pero sin embargo no quieren hablar del tema. Conviven con el fantasma y la alerta que las mantiene en vulnerabilidad una vida entera.
Otra de las esencias de la película está en mostrar la capacidad que desarrollan las mujeres para transformarse en supervivientes, y también se pregunta sobre la posibilidad de ser plenamente feliz con esa marca a cuestas. Esta película se abre como una caja de Pandora en la familia de la directora y estallan los secretos. Se asemeja a la actualidad en la que por cada mujer que se anima, hay decenas más que toman impulso.