Esta gran película realizada por Santiago Mitre y con un guión minucioso, refinado y preciso escrito por el director y Mariano LLinás, será, ya es, un film imprescindible para los argentinos. Una empresa llevada cabo por una gran conjunción de talentos que recrea e instala con orgullo a ese único caso en el mundo donde un tribunal civil juzgo a tres juntas militares, que ejercieron el poder al que llegaron por la fuerza e instrumentaron una maquinaria de secuestros, asesinatos, torturas y apropiación. La película se estructura mostrando al fiscal Julio César Strassera en su intimidad, como un oscuro abogado del estado, que no tuvo sobresaliente actuación durante el proceso, la película lo deja insinuado, que recibe una tarea enorme, que teme ser utilizado y que siente que no es el Goliat que se convertirá en David, aunque así paso a la historia. La película instala con inteligencia y sobriedad el juicio en cuestión, ese del que los argentinos solo tuvimos imágenes mudas, en una misma toma, los testigos de espaldas, con el tribunal de frente. En la mejor tradición del respetado cine de Hollywood sobre juicios, toda esa reconstrucción funciona a la perfección, desde la elección de los actores para encarnar a los acusados, al testimonio desgarrador de Adriana Calvo Laborde, muy bien interpretado por Laura Paredes, todo fluye, discreto, seco, provocando la más genuina emoción. Lo terrible que ocurre en ese tribunal se humaniza con la vida de Strassera y su familia, el clima de amenazas constantes y la lógica paranoia, las presiones que soporta el casi recién estrenado régimen democrático, los intentos de manejar al fiscal. Esa familia que aporta lo cotidiano, el necesario humor para descomprimir, encuentra el Alejandra Flechner, Gina Mastronícola y especialmente en la revelación que es Santiago Armas Estevarena a los intérpretes perfectos. El otro eje es la creación del equipo, la llegada de Luis Moreno Ocampos (en un muy buen papel de Peter Lanzani) y en la manera en que reclutan a un equipo joven, de recién recibidos abogados o estudiantes de derecho que recorrerán el país y buscaran incansables los testimonios de los sobrevivientes. Ricardo Darin entrega una actuación para el aplauso, ese concepto de menos es más, en una elaboración contenida y emotiva, hace crecer con la fluidez que tiene toda la película a ese hombre gris en héroe de convicciones sólidas. Un valiente que merecería ser más recordado y homenajeado. También es bueno destacar las intervenciones de Carlos Portaluppi y del entrañable Norman Briski, como mentor de Strassera. En suma un film que llega a conmover con las mejores armas, realizado con la suma de todos los talentos técnicos que no buscan sobresalir pero que dieron sobriedad y creatividad, y que recomendamos a todas las edades. Se merece transformarse en un éxito.