"La Historia no la escriben tipos como yo”, dice Julio Strassera, el hombre a punto de construir la Memoria de un país donde muchos preferían la comodidad de la ignorancia, la unidad sin justicia, el ansiolítico ético de la versión oficial que los medios habían difundido durante los 7 años que duró la dictadura: que fue una guerra sucia. Argentina, 1985 es el reverso de esa frase, la demostración de cómo el fiscal y su equipo de trabajo pusieron en escena el dolor, la humillación y el daño que habían sufrido las víctimas en un juicio que se volvería parte del inconsciente colectivo del país.