MÁS EXTRAÑO QUE LA FICCIÓN
Tal vez no sea el actor más talentoso con el que contamos en la actualidad, pero cuando Ben Affleck se dispone a dirigir, todos nos ponemos alertas. Después de dos aclamadas y exitosas películas - DESAPARECIÓ UNA NOCHE (GONE BABY GONE, 2007) y ATRACCIÓN PELIGROSA (THE TOWN, 2010) -, el ahora director decidió retratar una insólita historia real, sucedida a principios de los años 80 en Irán, cuando revolucionarios invadieron por cuestiones políticas la embajada norteamericana y seis empleados estadounidenses tuvieron que escapar y mantenerse escondidos, sin poder salir del país. Allí fue cuando la CIA puso en marcha una operación secreta para rescatarlos, llamando al especialista en extracciones Tony Mendez (Affleck), quién ideo un singular plan: Inventar un estudio de cine para hacerles creer a los iraníes que iba a entrar al país a preparar una película de ciencia ficción muy similar a STAR WARS. La idea era que los empleados de la embajada simularían ser parte del equipo de filmación y así intentarían escapar. No estaban haciendo una película, estaban haciendo historia. ARGO era el nombre de aquella película falsa y es ahora el nombre del nuevo film de Affleck, un thriller atrapante e inteligente, que usa el poder de los medios, un trágico momento histórico y a un eficaz elenco para demostrar que a veces la realidad puede ser más extraña que la ficción.
Visualmente, es la menos llamativa de las tres películas de Affleck y flaquea narrativamente en varios momentos. Pero el acercamiento que hace de la historia - realista, dura y sin exagerar casi nada (ni siquiera el patriotismo yankie) - la vuelven muy interesante y realmente intensa en los momentos de suspenso ¡¿Los van a atrapar?! ¡¿Los van a descubrir?! Al centrarse más en las relaciones humanas que en la crítica política, Affleck logra que de verdad nos interesemos por sus personajes y que nos agobiemos en cada paso en falso que dan. Claro que también refuerza la narración al agregar pequeños momentos de tensión cinematográfica que, aunque están claramente puestos, ayudan a que el film no se vuelva aburrido.
ARGO interesa desde el primer segundo. Al entrar en la trama de la película falsa, la narración incluso se desvía acertadamente por una senda con algo de humor, una genial ironización de la industria hollywoodense y una tomada de pelo a la saga de George Lucas, apoyada en sus dos mejores personajes: Lester Siegel y John Chambers, dos verdaderos pesos pesados de la Industria, interpretados por los graciosísimos actorazos Alan Arkin y John Goodman. A lo largo del film, la participación de estos dos se volverá menor, para dar lugar a la trama del operativo - que en más de una ocasión nos recuerda gratamente a “Los Simuladores” -. Pero esta parte de la historia (la más importante) demora en arrancar y, cuando lo hace, provoca que la narración tambalee al principio, en escenas que sirven solo para estirar la trama. Recién cuando se pone en práctica el operativo, llegando al final, ARGO sí alcanza altísimos niveles de intensidad. Y aunque hubiese sido mejor un poco más de emoción o acción en el clímax, el film cierra de manera correcta, pero sobre todo, de manera realista - Affleck está constantemente tratando de demostrarle al espectador (con placas, fragmentos televisivos o en los créditos finales, comparando innecesariamente fotogramas con fotos reales) que lo que se está viendo sucedió realmente -. Analizándola en su totalidad, ARGO es entretenimiento del bueno y se destacan en ella sus actuaciones, algunos personajes, sus aportes de humor, un dramático y crudo acercamiento casi documental a la historia de Irán, grandes momentos de tensión y una trama seductora y 100% cinematográfica, que homenajea de paso a los héroes anónimos. Por su parte, Affleck se desenvuelve actoralmente sin problemas, pero también sin sorprender. Nunca fue el mejor de los actores, pero como director aun no tiene una película mala en su haber. Con ARGO se consagra como un realizador con todas las letras y le demuestra a Hollywood y a todos nosotros que todavía no hemos visto nada de lo que tiene para ofrecer.