Arribeños

Crítica de Daniel Castelo - Infonews

Hay un problema central en Arribeños, el documental sobre el "barrio chino" que le da color y multiculturalidad al populoso pero solemne barrio de Belgrano. Y el problema es que los primeros minutos de cinta, que parecen funcionar como intro de un relato que se desarrolla de a poco, en lugar de avanzar y transformarse en texto cinematográfico, terminan por agonizar durante poco más de una hora de palabras en off y mucha, demasiada, distancia entre la cámara y sus personajes.
La calle que le da título al documental es la que compone el corazón de la zona más oriental de Buenos Aires. Tres cuadras de Arribeños, a metros de las Barrancas de Belgrano. Allí recalaron centenares de chinos hace ya varias décadas y, al día de hoy, la comunidad tiene en esa zona de la Ciudad, poblada por miles de asiáticos, una referencia obligada a la hora de encontrar señales de nacionalidad, guiños a su vida pasada o la de sus antecesores.
Todo esto está contado en el film de Marcos Rodríguez, pero la distancia es tal que en ningún momento ni siquiera podemos conocerle la cara a los que ponen su voz al relato, armado a partir de anécdotas personales de los involucrados. Entre ellos se incluye el locutor Carlos Lin, toda una celebridad de la comunidad china que suele brillar en las celebracines de fin de año. A él tampoco lo vemos en pantalla.
No hay mayores atractivos en Arribeños más que algunas imágenes bien montadas, sobre todo la que muestra las calles vacías del barrio, cuando los comercios levantan las persianas y arrancan con su jornada de productos de bazar, regalos económicos y vestimenta típica. El resto provoca una sensación de pesar por lo que podría haberse hecho, que era mucho y variado.