Podría ser una clase B, sin dudas: un muchacho que pasa por un ataque terrorista es reclutado para convertirse en un agente antiterrorista global; las cosas se van a invertir tanto que, finalmente, será buscado por los mismos que lo entrenaron y ya saben, es buen alumno. El film se desarrolla con buen ritmo, que es lo que hace falta en esta clase de entretenimientos, y tiene un plus: Michael Keaton, otro de esos actores que sabe divertirse con lo que le toca (es, en realidad, un comediante y eso le permite una cantidad de registros notable). Lo demás es pericia técnica, escenas espectaculares bastante claras –eso también es algo que debe destacarse ante la andanada de pirotecnia sin sentido que nos atosiga desde hace años– y las ganas de contar un cuento. Que no es original y, en el fondo, es cambiar el origen de villanos y amenazas apocalípticas para el viejo cine de acción de los ochenta.