Verano de 2010
Lo mejor de la película es la época en la que se estrena: nada como el verano para quedarse colgado de la palmera viendo una peli en la tele, o huir del soporífero clima porteño, aunque sea por un rato, en el cine. En eso, Asesino ninja, gana.
Sangre por todos lados (por las dudas no la vea con ropa blanca), una trama poco interesante pero amena (desde hace mil años se roban niños para entrenarlos como despiadados e imbatibles asesinos expertos en artes marciales), y una cantidad sin par de escenas de acción, las menos bien entendidas, el resto con estelas esteticistas que restan antes que sumar.
Pues bien, si se tiene el dinero, a disfrutar en el cine, que con esos de las butacas y las pantallas gigantes, no tienen equivalente (sobre todo si se está solo en Buenos Aires y la mayoría de los seres queridos que podrían contener un poco están afuera). Y si no, la casa, siempre protectora, especialmente de uno mismo que no soporta las miradas ajenas que se preguntan qué se está haciendo solo en la casa cuando la calle, ese infierno, está tan pero tan encantador.