Es un policial con un famoso antecedente, una película belga titulada “The memory of a Killer”. El protagonista es un asesino a sueldo que padece la primera etapa del mal de Alzheimer, que lucha con la pérdida de memoria anotando cosas en su antebrazo y con los límites de su conciencia. El director Martin Campbell (Casino Royale) contó con una gran producción y el guión de Darío Scardapane. Pero a pesar de temas de actualidad que aborda, la película se queda en el objetivo de la acción sin respiro, sin ambiciones de profundizar. Ni escarba sobre el drama del protagonista que pierde su capacidad de control y está en riesgo por negarse a cumplir el contrato que lo obligaba a eliminar a una adolescente, ni se detiene en cuestiones de tráfico de niños, corrupción de poder, impunidad de los poderosos. Esos temas quedan como datos al pasar para los tiros, la sangre y la muerte. El hilo del film se da en cuentagotas para mantener el suspenso. No hay búsquedas de climas ni innovaciones. Se nota rutinario, como una más de acción de Liam Neeson que imprime su modo de héroe cansino pero efectivo. La inclusión de Guy Pearce en el elenco remite a “Memento” (ese llamativo film de Christopher Nolan) pero solo como dato anecdótico. Entretenimiento módico.