Remake de un film belga en el que un asesino a sueldo pasa de victimario a presa, podría llamarse “Últimos días de la víctima de una mente sin recuerdos”, ya que el personaje padece Alzheimer y las cosas se le complican bastante. Neeson cada vez más divertido (aunque aquí su personaje es mortalmente serio) con un arma en las manos. En todo caso, las debilidades de esta película narrada sin pretensiones y a puro relato consiste en que el realizador Martin Campbell es de esos diletantes que nunca son del todo buenos o del todo malos (aunque tiene películas buenas como Garras y espantosas como mejor no recordar), y que se pasa un poco de rosca con la exposición del tema. Por lo demás, es un thriller efectivo de los que nos recuerda por qué vale la pena ir al cine. Casi (casi) una de esas de doble programa que disfrutábamos de chicos (mi generación, amigos, obviamente).