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La nueva estrellita de la comedia pasatista estadounidense se llama Katherine Heigl y esta vez intepreta a Jen, una desamorada mujer, quien con la intención de dejar atrás un desplante amoroso, viaja con sus padres a Niza para pasar unas vacaciones y olvidar. Una vez instalada en el hotel conoce a Spencer, a cargo de un Ashton Kutcher que no termina de acertar con un proyecto decente y que ahora está en la piel de un asesino profesional que se enamora a primera vista de ella, decide dejar su oficio y emprender una nueva vida en pareja.
Pero las cosas no son tan simples en el mundo de los asesinos a sueldo. Luego de tres años, Jen ignora el pasado de su marido y de pronto se ve en medio de una balacera descomunal porque el vecindario quiere eliminar a Spencer.
¿Por qué una película como ésta se estrena en los cines argentinos? No tenemos la respuesta. Carece de los méritos necesarios para que alguien gaste dinero por algo que puede ver en tv y mejor hecho. Porque la fórmula es remanida, el guión previsible, falto de gracia y nadie en el elenco hace el esfuerzo mínimo como para ganarse los pesos que cuesta una entrada.