Demasiados actores para tan poca película
Jason Stathan es uno de los mejores héroes de acción en actividad, Robert De Niro (más allá de cierta inocultable decadencia) es un mito viviente del cine y Clive Owen es un galán con presencia. Un thriller a-lo-Jason-Bourne con ellos tres, por lo tanto, no podía salir mal. Pero así fue. El debutante Gary McKendry hace los deberes con muchos errores porque el film -basado en un caso real ocurrido en 1980 y con un "tinte" político ligado a la guerra civil en Omán en el que participaron mercenarios británicos- no logra enganchar desde la trama "seria" ni desde las set-pieces que están diseminadas a lo largo (de los muy largos) 116 minutos. Está, por supuesto, el pelado Stathan dando unos buenos golpes, hay alguna que otra persecusión automovilísticas, un par de explosiones, trampas y confabulaciones varias, y una (ridícula) historia de amor, pero todo transcurre por debajo de la media del cine de género para audiencias masivas. Una verdadera lástima porque había recursos técnicos y, sobre todo, actorales como para conseguir un resultado bastante más estimulante que el que obtienen estos Asesinos de elite.