Un encargo muy especial
La excusa de Asesinos de Elite no es otra que divertirse un rato con un elenco atractivo en el que Jason Statham y Clive Owen se sacan chispas durante los 105 minutos del metraje. El resto sobra como la presencia de Robert de Niro y un irreconocible Dominic Purcell (Prison Break) para una trama básica a la que no le falta acción; alguna que otra secuencia inspirada y luchas cuerpo a cuerpo para lucimiento de Statham y su atlético físico.
El director Gary McKendry cumple con su labor al entregar un relato prolijo sin demasiadas vueltas de tuerca –aspecto que lo vuelve rutinario y elemental- que se sitúa en los años 80, concebido como película de género donde el enfrentamiento entre dos bandos ocupa el centro de la trama.
Dany (Jason Statham) es un asesino a sueldo, ex miembro de las Fuerzas Especiales que tras su último encargo decide retirarse del oficio. Su mentor, Hunter (Robert de Niro) fue capturado por un jeque árabe a quien el Servicio Especial Aéreo británico le asesinara a sus tres hijos. Esto lo motiva a querer vengarse y aniquilar a todos aquellos responsables, motivo por el cual contrata a Dany y equipo -allí está Dominic Purcell - para que se hagan cargo del asunto luego de un intento fallido de fuga que vuelve a poner en riesgo la vida de Hunter de no cumplirse la misión. A partir de ese momento, tras un tendal de cadáveres entrará en escena el antagonista Spike (Clive Owen), quien no permitirá que sus compañeros asesinos caigan como moscas aunque sabe que él también pasará a engrosar la lista en algún momento.
Asesinos de Elite parece encaminada a ahorrarse todo tipo de sofisticación en lo que hace a guión en función de planificar escenas que justifiquen la acción trepidante y una tensión que crece a medida que avanza el relato en la dinámica de una cacería humana por diferentes espacios donde Statham y Owen no pierden pisada y todo gira alrededor de ellos, incluso el elenco secundario y el relato.