Leonardo Sbaraglia y Julieta Díaz en una película que naufraga
La película, que transcurre en su mayoría a bordo de un velero de lujo, está dirigida por Luciano Podcaminsky y escrita por Alex Kahanoff, Andrea Marra, Sebastián Rotstein y Silvina Ganger.
Asfixiados (2023) se sitúa a medio camino entre el drama existencial burgués y la comedia romántica pasatista hecha para plataformas. No logra alcanzar ni la profundidad intelectual de la primera ni el ritmo y la diversión de la segunda. El problema principal radica en que no se define claramente qué tipo de historia se quiere contar ni con qué tono hacerlo.
La trama sigue a Nacho (interpretado por Leonardo Sbaraglia) y Lucía (Julieta Díaz), una pareja de empresarios argentinos que se embarcan en un viaje en velero en el que se presentan todas las tensiones de su matrimonio tras 24 años juntos. El punto de partida es una noticia que Lucía tiene que dar y sabe que Nacho no recibirá bien. Ramiro (Marco Antonio Caponi), amigo de Nacho, y Cleo (Zoe Hochbaum), su nueva y exótica novia, también se unen al viaje, y funcionan como contrapunto a la pareja protagonista.
La estructura narrativa de la película traslada la crisis matrimonial al medio del mar, presentando el viaje en barco como metáfora de la relación. La idea es interesante y efectiva, tal como lo hizo Titanic (1997) con la historia de amor imposible. ¿Por qué no podía hacerse algo similar con el relato de reencuentro amoroso de una pareja?
El problema es que Asfixiados no decide por cuál terreno transitar. Aunque la comedia romántica con una cuota de drama es un género recurrente para el público local y atractivo para las plataformas (la producción cuenta con el apoyo de Star+), el film hace hincapié en los problemas profesionales, económicos y existenciales de la pareja. Él es un productor exitoso que apuesta todo por una serie con Natalia Oreiro (quien aparece brevemente), mientras que ella está cansada de dirigir su propio restaurante. Estas problemáticas tienden más hacia el drama asfixiante de un film de Antonioni o las argentinas S.O.S. Ex (Andrés Tamborino, 2008) o El pampero (Matías Lucchesi, 2017); que hacia la comedia de enredos que intenta ser, con secretos que se revelan y catarsis de los personajes.
El tono elegido no proporciona el marco adecuado para desarrollar efectivamente ninguno de los dos géneros, dejando a esta producción atípica (que presenta puestas de sol publicitarias como si estuviera filmada en Capri) en un divague narrativo constante, como el velero en el océano.