Cuesta abajo
Scarlett, una investigadora inglesa (Perdita Weeks), está convencida de que la legendaria piedra filosofal se esconde en las catacumbas de París. Así que la investigadora arma un equipo junto a su ex novio George, su amigo Benji, un guía francés llamado Papillon y dos asistentes. No bien llega el equipo al lugar, con linternas y GoPro (sí, es otro film found footage), estalla una bomba de humo y todos caen, incluso George, que prefería quedarse. Así arranca la expedición, en el primer subsuelo de las catacumbas, pero después la troupe se cruza con los cánticos de una secta, con la secta (obviamente fantasmagórica), con un teléfono viejo, tipo Siemens, que no para de sonar y cuando Scarlett atiende le habla una voz que dice conocerla. Y pese a todo, la troupe avanza (o, en este caso, desciende). Un vicio recurrente de los recientes films de terror, particularmente los que usan la técnica narrativa found footage, que crece en forma geométrica, es la idea de que los personajes siguen adelante incólumes, sin ninguna explicación racional, lo que muestra a las claras la influencia del videogame. El resultado es que films como este no causan terror, sino la sensación de estar expuestos a un (mal) experimento.