Assassin’s Creed: Game Over a la adaptación de videojuegos.
O como podríamos decir BASTA ya a pasar fichines al cine, porque demasiado presupuesto no significa buena calidad.
Super Mario Bros. (1993), Prince of Persia (2010) o la reciente Warcraft (2016) son ejemplos vastos de como tenemos que dejar de apoyar productos fílmicos basados en videojuegos. La famosas franquicias ya son en sí mismas, en sus plataformas virtuales, ejemplos de como una historia puede contarse de manera diferente y entretenida, creando un mundo completo con secuelas y precuelas para el avesado jugador de fichines.
Assassin’s Creed llegaba con la expectativa de romper los paradigmas establecidos y traernos, por in, una adaptación digna de esta clase de géneros, pero falla considerablemente pecando de querer ser seria por momentos y espectacular por otro lado.
Al principio de la película, Callum Lynch (Michael Fassbender) está a punto de ser ejecutado con una inyección letal, pero es rescatado ‘in extremis’ por una enigmática corporación llamada Abstergo. Sus líderes, Sofia (Marion Cotillard) y su cadavérico padre Rikkin (Jeremy Irons), han descubierto que Cal es descendiente de Aguilar de Nerha, miembro de los Asesinos en la España del siglo XV. Esencialmente, quieren usar a Cal como rata de laboratorio: que a través de una máquina (Animus) viaje mentalmente más de cinco siglos atrás en el tiempo, se conecte con los recuerdos de su guerrero antecesor y se pelee contra hordas de españoles a cuchillazos y flechazos con el fin de ayudar a los malos a localizar la Manzana del Edén, un artefacto que según dicen contiene el código genético de la raza humana y servirá para erradicar la violencia inherente en nuestro ser.
A ver, si en tu vida jugaste algún capítulo de esta saga todo te va a parecer confuso, ya que Justin Kurzel nunca se molestó en explicar lo que en el juego sí, y perdió el tiempo justificando y explicando otras cosas. No sabemos por qué un águila da vueltas todo el tiempo por el cielo (literalmente) haciendo de nexo entre escenas del pasado y futuro; no sabemos que la Manzana proviene de una raza avanzada tecnológicamente que nos creó (esto lo sé por haber investigado para escribir este artículo, no porque el señor director del film alguna vez lo haya mostrado en el film) y tampoco sabemos por qué razón durante dos horas no pasa absolutamente nada y cuando sucede algo de acción, no solamente mancha la fotografía con un croma marrón y mueve la cámara frenéticamente, dejándonos con los ojos dados vuelta y mareados sin saber que pasó realmente.
Desde el aspecto técnico, vestuario y locaciones para la Andalucía del Siglo XV es todo espléndido, utilizando Almería como lugar de acción para una persecución que nos hace admirar esos bellos paisajes que sirvieron para los mejores westerns europeos, aunque solo eso logra evocar. La cinta no tiene misterio, es totalmente confusa y exceptuando la actuación de Fasbbender (que le pone todo el empeño por ser serio en un producto que él mismo produjo), tanto Cotillard y sobre todo Jeremy Irons, están desaprovechados y ridiculizados al máximo. Por favor no hablemos de cómo los anglosajones pronuncian el español ibérico porque cuando comienzo a recordarlo me sangran los oídos de nuevo (presten atención a cuando pronuncian la palabra “manzana”)
Assasin’s Creed prometía espectacularidad y la cumple, aunque por momentos se torne aburrida y sea, creo yo, una de las peores adaptaciones de videojuegos y una de las peores películas que nos trae este 2017 que recién comienza.