Adaptación insípida y letárgica
Una maldición parece perseguir a Hollywood: las películas basadas en videojuegos. Salvo escasas excepciones, este subgénero ha acumulado films decepcionantes, construcciones digitales a puro vértigo con mínimos (si es que los hay) hallazgos artísticos. Assassin's Creed -basada en la saga de videogames iniciada en 2007- se suma a la lista repitiendo (y potenciando) los principales problemas de esta vertiente, empezando por su falta de personalidad. Es una pena porque el realizador es el australiano Justin Kurzel, quien venía de filmar una valiosa versión de Macbeth con Michael Fassbender y Marion Cotillard, protagonistas también de esta adaptación. Ni ellos ni el resto de los notables actores contratados podrán destacar este film en su currículum.
Fassbender es un asesino que recibe una segunda oportunidad para ser parte de unas experiencias a cargo de la misteriosa corporación Abstergo. Así será enviado a la España de 1492 para quedar en medio de la lucha entre el clan de los Asesinos y el de los Caballeros Templarios, que recorre todas las entregas de los videojuegos de Assassin's Creed. La película apuesta a la espectacularidad visual, pero a pesar del despliegue de efectos, la narración resulta insulsa, monocorde y anodina. Las casi dos horas se estiran hasta límites irritantes y cualquier jugador extrañará el placer de prender su consola para experimentar y resolver estas aventuras en menos tiempo y con sus propias manos.