EL ASESINO CONFESO
Mentiría si dijera que soy un gamer apasionado que ha dedicado muchas horas a jugar al Assassin’s Creed como para saber de todos sus vericuetos y elementos que sí o sí debieran respetarse en su versión fílmica. De lo que estoy seguro es de que los fans tienen material tanto para odiar el producto como para respetarlo. En lo personal ya desde el trailer veía una simbología característica que no dejaba dudas de lo que se trataba: el arte, vestuario, movimientos de cámara y tipo de acción eran calcados del juego original, algo que pude confirmar al ver la versión cinematográfica completa.
Yendo a lo que nos ocupa -licencias argumentales tomadas en una muy libre adaptación-, la historia comienza cuando el pequeño Callum Lynch (Michael Fassbender) presencia el asesinato de su madre a manos de su padre, miembro de la organización Assassin’s Creed (Credo de Asesinos), que lleva varios siglos funcionando entre nosotros. Treinta años después, Cal es ejecutado por asesinato falsamente para permitir que otra organización (de caballeros templarios opuestos a los Assassin’s Creed originales), esta vez más moderna y con toda la tecnología en su poder, disponga de su cuerpo y mente en un experimento que lo trasladará al pasado, para meterse en la piel de uno de sus ancestros biológicos, el Assassin Aguilar, y revelar pistas sobre la ubicación del fruto que encierra el secreto del libre albedrío del hombre que terminaría con la necesidad de la obediencia. La directora del experimento es la Dra. Sofía Rikkin (Marion Cotillard) y el dueño de las instalaciones su padre (Jeremy Irons). Los viajes que experimenta Callum se producen al ser conectado a una máquina capaz de recrear el pasado con fidelidad y de convertir el registro que va creando, en el propósito final. Pero los riesgos asumidos son grandes para la vida de Cal, algo que Sofía está dispuesta a discutir con su padre, que se intuye con otros objetivos muy diferentes.
La estructura narrativa, si bien resulta ominosa por momentos, no cae en fallos que imposibiliten la comprensión. La historia es simple y las revelaciones que se van produciendo son bastante lineales a pesar de los saltos temporales. Este recurso enriquece la trama y es el verdadero motor que permite que los seguidores del juego disfruten de la acción que han ido a ver. Incluso les puede resultar poco lo que se vive en esa Andalucía de 1492 en la que viven los personajes más interesantes para la historia y a los que se le da poco desarrollo mientras todo tiene que ver con la acción. Es como si lo que viviese Cal en el presente formara parte de las cinemáticas del juego y cuando se conecta a la máquina, la increíble Animus, el espectador tomara el joystick. La analogía es inevitable. Hablando de la acción misma, a veces resulta un tanto excesiva en su duración. Se agradecen los planos secuencia aunque se abuse de los empalmes y entornos digitales con los que se desmerece un poco la técnica que supo definir la pericia de muchos directores, pero una vez que los Assassins encapuchados comienzan a saltar por los techos, daga en mano, la adrenalina empieza a fluir.
Con respecto a los personajes, si bien son bastante lineales y poco profundos, no necesitan de mucho más para entrar en acción. La explicación del comportamiento agresivo tanto de Callum como del resto de sus compañeros prisioneros es un tanto sosa, los dilemas morales de la Dra. Sofía son demasiado obvios al igual que la perversidad de su padre, que no es más que la respuesta fiel al objetivo que su organización persigue. Una pena que los personajes del pasado, (el inquisidor Torquemada y la Assassin María, entre otros) apenas aparezcan como para formar parte de la acción y no se hayan desarrollado en plenitud, lo cual hace pensar que puede obedecer a necesidades de generar cabos sueltos para continuar la franquicia, pero nunca debemos dejar de pensar que estamos hablando de un producto unitario, no del capítulo de un serial y como tal debe funcionar. De todos modos, la duración del film es acotada y estos detalles no hacen más que acentuar la premura por llegar al final a buen ritmo, algo que se consigue sin esfuerzo.
El tema central es interesante como punto de partida: ¿puede existir un elemento mítico que determine cuándo y por qué el hombre debe obedecer a alguien o simplemente seguir los lineamientos de su propia voluntad? Es atractivo el juego psicológico que se plantea con esto y sobre el personaje de Fassbender, cuyo quiebre al enfrentar a su padre le provoca la necesidad de tomar una decisión. Si hubiesen incluido más matices en el comportamiento de cada uno de los personajes, así como frases más interesantes y profundas, el producto hubiese exhibido un nivel como para destacar.
En definitiva, Assassin’s Creed no es la adaptación concluyente de una historia por demás de exitosa en su formato de videojuego, es un blockbuster de acción, ciencia ficción y fantasía con una premisa interesante que no llega a desarrollar todo su potencial pero que aún así no defrauda en cuanto a lo que promete y entretiene en toda su extensión. Probaría con un cambio de director -y por qué no de guionista- en la siguiente entrega para pulir la idea y afianzar la franquicia, sugerencia que probablemente prospere siempre y cuando y como corresponde a un producto comercial, se refleje en los números de la taquilla.