Michael Fassbender se destaca en esta adaptación del popular videojuego, en la que interpreta un impiadoso guerrero asesino.
El escritor Nabokov dijo una vez que la palabra “realidad” no significa nada sin comillas y vaya cuánto se ajusta esta noción al ambicioso film de Justin Kurzel (Macbeth), la adaptación del mítico y exitoso videojuego Assassin's Creed, cuyo relato alterna dos realidades distintas.
La historia gira en torno a Callum Lynch (Michael Fassbender), un hombre condenado a la pena de muerte —por delitos que nunca conoceremos— que en el momento de su ejecución será rescatado por la organización Abstengo, dirigida por los emisarios de la orden de los Templarios: Alan Rikkin (Jeremy Irons) y su hija Sophia Rikkin ( Marion Cotillard), una notoria científica que desarrolló Animus, una especie de máquina con tecnología revolucionaria que permite rastrear ADN y desbloquear los recuerdos genéticos de los seres humanos.
De este modo, Callum revivirá en primera persona las memorias de su ancestro Aguilar de Nehra, un asesino miembro de una hermandad secreta que vivió durante la España del siglo XV, en pleno auge de la Inquisición. La intención de los Templarios será investigar sucesos del pasado para corregir el presente, así como también que Lynch encuentre la preciada Manzana del Edén, que supuestamente puede acabar con la violencia y cualquier tipo de rebelión en el mundo.
Pero no todo lo que reluce es oro, la logia de los Templarios, además de ser poderosa, es opresiva y Callum lleva en su cuerpo sangre guerrera, de la estirpe de la milenaria congregación de Asesinos, por lo que no tardará en rebelarse.
En Assassin's Creed, la lógica del videojuego aparece insertada en su estructura formal, el relato se activa a partir de dos tiempos: el presente y un pasado virtual que reconstruye la época de la inquisición española. La película pasa de niveles, de plataformas o mundos como en un videojuego, mecánica que da pie al desarrollo narrativo.
Si bien el film está bien logrado y la sobredosis de acción es funcional a los efectos especiales, falta conectar un poco más con el impulso primitivo y lúdico del espectador.
No obstante, cabe destacar que a diferencia de otras fallidas transposiciones de videojuegos al cine, esta adaptación intenta profundizar la psicología del protagonista, así como el pertinente concepto de actualización. En el film, el tiempo y su suceder se actualizan constantemente, siempre se regresa al punto de inicio, por lo que la historia se articula a partir de los movimientos del personaje principal a través de un espacio cuyos componentes pueden acelerar o demorar el desarrollo del argumento.
Evidenciando este complejo entramado formal, en donde la dinámica del videojuego se mezcla con la del dispositivo cinematográfico, Assassin's Creed va más allá del mero producto de entretenimiento y reflexiona acerca de la problemática de la representación, la ficción, la memoria y la percepción audiovisual.