El Poderoso Atomo era el nombre del manga que Osamu Tezuka comenzó a escribir en 1951 y que terminaría por transformarse en legendario - sentaría una enorme cantidad de reglas tanto en lo narrativo como en lo gráfico sobre las cuales se construiría toda la historia del comic y la animación japonesa hasta la actualidad -. El comic demostró ser enormemente popular, y disparó una serie animada de TV en 1963, que fue el primer anime moderno. Cuando la serie pasó a exhibirse en Occidente fue renombrada como Astro Boy, y sería el título como se la conoce internacionalmente. En los ochentas y en el nuevo milenio la serie de TV tendría varios revivals y nuevas versiones.
Ahora llega esta coproducción entre Hong Kong y los Estados Unidos dirigida por Dave Bowers - quien proviene del riñon de los estudios Aardman y anteriormente había co-dirigido Flushed Away -. Respecto de la mitología de Astro Boy, los guionistas han hecho algunos cambios, disminuyendo el tono realmente amargo del origen del personaje. En realidad Astro Boy no deja de ser una versión robótica de Pinocho - muñeco con alma que se ha extraviado y termina vagando por un mundo realmente cruel -, con la diferencia de que, en el manga, el androide era despreciado por su propio creador y vendido a una especie de circo romano de robots dirigido por un individuo despiadado. Toda esa parte es realmente oscura y uno no deja de pensar en una versión de un Pinocho robótico escrita por Charles Dickens. Al final el chico de metal era rescatado por el Dr. Elefante, reintegrado a Metro City y convertido en una especie de super héroe de la ciudad flotante.
Ciertamente los libretistas han seguido los puntos principales de la historia, pero el personaje del Dr. Tenma ha sido cambiado radicalmente. Si bien no acepta a Astro Boy, no se transforma en un villano; el Dr. Elefante (rebautizado aquí como Elefun) pasa a ser un secundario con buen corazón; y todo lo que ocurre pasa por una serie de casualidades más o menos afortunadas que llevan al chico a terminar en el circo romano de Hamegg. Ni siquiera éste es un tipo tan despreciable como lo pintaban las viñetas de Tezuka.
Sin ser un fan de Astroboy, el filme es realmente excelente. No sólo la animación digital es impecable sino que los personajes son realmente expresivos. La interpretación vocal es formidable, en especial la de Freddie Highmore (Charlie y la Fábrica de Chocolate) que tiene una gran variedad de registros, y la de Donald Sutherland que la pasa bomba como el villano de turno. Su presidente Stone es claramente una sátira de George W. Bush - el tipo busca traidores en todos lados; quiere un robot militar para desatar una guerra y ganar las elecciones; y es un oportunista de aquellos -, y tiene las mejores líneas del filme. A la parva de idiotas conservadores que forman la crítica yanqui no les gustó la agenda política del filme y lo defenestraron, con lo cual Astroboy se hundió en la taquilla.
Y es una verdadera lástima, ya que es una película genial. Ciertamente no es lo más original del mundo - las influencias de Pinocho y Dickens son obvias; e incluso la historia es demasiado similar a Inteligencia Artificial -, pero está excelentemente dirigida. Hay un montón de robots en papeles secundarios que tienen una gracia enorme, tanto por sus diálogos como por su diseño - hay un par de androides con forma de rociador y secador de vidrios respectivamente; un perro robot que va a buscar llaves inglesas como si fueran huesos; un gigante de aspecto brutal y buen corazón; un trío de robots revolucionarios terriblemente incompetentes; y la frutilla del postre es el miedoso y encorvado mayordomo androide que encarna Eugene Levy -. La historia es muy amena, y los detalles de fondo son realmente graciosos. Y cuando llega la acción - con la secuencia del circo romano o en el gran clímax -, Astro Boy realmente patea traseros. Al final, y a causa de la simpatía por los personajes, termina por ser emocionante.
Astro Boy es una de esas joyitas que perecen en la taquilla injustamente. No traza ningún camino nuevo, pero cumple con creces su propósito, tiene humor y acción a raudales, y es un proyecto hecho con esmero. Ahora nosotros tenemos la oportunidad de hacerle los honores que realmente se merece.