El viejo robotito reloaded
Ícono de la animación japonesa, primer personaje nipón en cruzar el Pacífico –y el Índico– hacia Europa y los Estados Unidos, la creación de Osamu Tezuka hace años que busca un debut cinematográfico. Esta versión made in USA, bastante lavada respecto de la fábula original del robotito huérfano en un mundo que no termina de aceptar a los seres artificiales, no deja de ser simpática y de basar su diseño en las creaciones a medio camino entre la alta tecnología y el Disney más ingenuo del padre del manga.
Aquí la historia sigue más o menos hasta cierto punto el original, pero incluye un humor y una dimensión en los personajes mucho menos brutal de lo que era frecuente en la animación japonesa de los años 60 y 70. En ese sentido, el film consigue combinar logradamente una tradición con la novedad y el “trasplante” cultural a otro contexto más global y más moderno. La corrección política ya pasó por aquí, eso es clarísimo.
El verdadero problema de la película es que realizarla en animación por computadoras no termina de ser una elección comprensible. Los personajes, en lugar de parecer reales –paradójicamente, dada la técnica– se distancian tanto de las criaturas que el fan recuerda, nacidas en aquella animación restringida y en blanco y negro, que los vuelve irreales. Tardamos en considerar que esa masa redonda es el Dr. Elephant, o que ese niño con aires de criatura de Disney y demasiado “armado” es el viejo y querido robot que no envejece.
A esta limitación surgida de la necesidad comercial de estos tiempos se la contrarresta con humor y con secuencias de acción que, sin alardear demasiado, son efectivas y otorgan a estas criaturas esa humanidad que el diseño les niega. Sin dudas, el prólogo –homenaje al gran Tezuka– es, estilísticamente, el momento más logrado del film. El resto funciona de manera efectiva, especialmente el diseño de los personajes secundarios y la bella profusión de robots rarísimos –otra herencia de Tezuka, dibujante de una enorme inventiva–, y permite que el clima de fábula sobre la integración social (no otra cosa es Astroboy) se disfrute sin vergüenza ni nostalgia forzada. Es otro, sí, pero también el mismo.