Astroboy, un fallido film en homenaje al animé
Para los adultos que todavía recuerdan la emoción de ver volar al niño robot de ojos enormes y corazón aun más grande, la satisfacción de ver la nueva versión de Astroboy durará pocos minutos. Aquí poco queda de la serie de los años sesenta, una de las piedras fundacionales de la obsesión de Occidente por el arte del manga y el animé. Realizada por un director inglés, David Bowers ( Lo que el agua se llevó ), la película es un pastiche de referencias cinematográficas y literarias que en su profusión distraen a los chicos y no logran el objetivo de divertir a los adultos.
La historia comienza en Ciudad Metro, un mundo artificial elevado sobre la tierra que, por descuido del hombre, se convirtió en un basural. En la nueva metrópolis los robots son esclavos fabricados por humanos inteligentes como el doctor Tenma y su hijo Toby. El chico, desesperado por la atención de su padre, se involucra en un experimento que tendrá terribles consecuencias.
A pesar de que el público infantil, especialmente el masculino, está acostumbrado a cierto grado de violencia en sus programas y films, en el caso de Astroboy, la acción comienza a partir de la muerte de un niño y la aventura del robot niño a partir del desprecio de su creador. Un poco de Frankenstein y otro de Oliver Twist, la historia tiene además un villano con ambiciones desmedidas y una célula de robots revolucionarios que leen a Lenin. En este costado más bien absurdo, el realizador demuestra que no le faltaron ideas, aunque sí la necesaria reflexión sobre cómo ponerlas en marcha y en pantalla.