“Astroboy” surge de un temor que anida en el corazón de todo padre: la irreparable pérdida que significa la muerte de un hijo. Es la esencia de “Pinocho”, la historia del titiritero que le da vida a un muñeco de madera para cumplir su sueño de criar a “un niño de verdad”. En esta reversión tecno del cuento clásico, creada por Osamu Tezuka en 1963, el sustituto es un robot, como en “Inteligencia artificial” de Steven Spielberg. Más allá de las disquisiciones filosóficas —¿se puede esquivar la muerte con un reemplazo mágico, tecnológico? —, el manga, la serie de televisión y la nueva película optan por la aventura. Sin el vuelo que tenía el orginal, la realización tiene un ritmo vertiginoso, peripecias atrapantes y un protagonista tierno y valeroso. Con eso le basta para entretener.