Nosotros los argentinos tenemos ya incorporado desde siempre el reirnos de nuestro horrible país para sobrevivir, por lo que la propuesta de “Astrogauchos” definitivamente suena tan natural como tentadora. Siguiendo las desventuras de un profesor universitario que, en medio de la Guerra Fría, lucha por conseguir los fondos necesarios para convertir a la Argentina en el primer país en llegar a la luna.
Aunque por supuesto, como suele ser tradición en nuestro país, alcanzar sus objetivos va a traer inmediatamente problemas imprevistos. El programa espacial argento, después de todo, no podría avanzar más lento o de forma todavía más misteriosa, nuestro protagonista vive en la duda de si realmente se están construyendo los bocetos en los que pone tanto empeño. Por si fuera poco, esta nueva pero familiar infelicidad va a traer consigo consecuencias seguras en su matrimonio y en todas sus relaciones.
Una comedia que lleva de gran manera la impronta de época desde un gran trabajo de producción, que es complementada con buenas actuaciones entre los tantos coloridos personajes que habitan un mundo que sirve como un tragicómico recordatorio del país en que vivimos. Lamentablemente, todo ese trabajo no está acompañado de lo más importante. Aunque el guion logra brillo en muy pocos momentos, es la dirección lo que termina de aguar de la peor manera a “Astrogauchos”, con varios recursos empleados de forma burda y simplona a la vez, además de lo peor de todo: una profunda incapacidad por llevar a la pantalla gags que claramente estaban ya a mitad de camino de la cocción entre las páginas y las actuaciones.
Una verdadera lástima, pero son esas pequeñas y vitales fallas la que no dejan disfrutar tanto la película. Pero, afortunadamente, como nuestro país mismo, no le va a ser muy difícil a cualquier argentino encontrar la forma de sacarle jugo a una experiencia que aunque simpática no logra ser más que prometedora.